Juan Abreu-Vozpópuli

  • Hay que leer a Pascal Bruckner para comprender mejor Europa, su infausta, siniestra izquierda y las razones ocultas de sus posiciones intelectuales

Me he puesto a releer a Pascal Bruckner dada la inédita situación a la que se enfrentan hoy los europeos. Soy de los que duda de que Europa consiga funcionar, sobre todo en momentos de crisis bélica, como una unidad de compromiso y propósito. Europa arrastra la potala de su infame pasado y de la manera en que ha lidiado con ese pasado. O, según Bruckner, que lo dice mejor:

“Demasiado a menudo olvidamos que la Europa contemporánea no nació, como Estados Unidos, de un solemne juramento colectivo: todo es posible. Surgió del cansancio de las hecatombes. Fue necesario el desastre total del siglo XX para que el Viejo Mundo encontrase la virtud, tal como esas rameras a las que la edad lleva sin transición del desenfreno a la santurronería. Sin los dos conflictos mundiales y su cortejo de horrores, jamás habría germinado esta aspiración a la paz que se confunde con la aspiración al descanso. Hemos pasado del salvajismo a la cordura por la saturación de muertos y por la intemperancia criminal. Tal vez nos hayamos vuelto calmados, pero es una calma de bestias ahítas, cansadas de carnicerías, resignadas a los proyectos de menos envergadura”.

“Europa dejó de creer en el mal, sólo sabe de malentendidos que debe resolver mediante la concertación. Ya no le gusta la Historia, que es una pesadilla, un terreno minado de los que ha salido a duras penas, primero en 1945, y luego en 1989, tras la caída del Muro. Se protege contra este veneno a golpe de normas, de reglamentos, de procedimientos. Y como la historia sigue adelante sin nosotros, el Viejo Mundo deja que otros se hagan cargo de ella (…) Finalizados los compromisos del pasado, cada vez que estalla un litigio multiplicamos las moratorias, suavizamos nuestra indignación mediante el cinismo, no damos la razón a ninguna de las partes. Manifestamos la clarividencia del cobarde que jura que no va a ceder a la provocación (…) Como un coloso timorato, amenazado de gigantismo, que pierde en eficacia lo que gana en extensión, se arriesga a convertirse en el Poncio Pilatos de las naciones”.

“Obsérvese nuestra moneda común. ¿Qué representan los billetes de 10, 20, 50, 100 euros? Arcos, puentes, puertas, como si nuestro continente sólo fuese un lugar de tránsito, un salón de pasos perdidos, una mano tendida al resto del planeta. Han quedado fuera las figuras de Shakespeare, Cervantes, Rembrandt, Vinci, Goethe, Dante, Pascal o Voltaire. Se da el caso de que todos estos Dead Whites European Males, estos hombres blancos muertos, según la terminología utilizada en determinados campus universitarios, son sospechosos, están todavía manchados por los prejuicios que nuestra triunfante modernidad ha barrido”.

“Tantas obras sublimes, tantas elevadas metafísicas y delicadas filosofías para terminar en guerras civiles, carnicerías, cámaras de gas, gulags. Europa ha combinado de manera inédita el pensamiento calculador y el asesinato, construyendo de manera metódica y sistemática una máquina deshumanizadora que alcanzó su apogeo en el siglo XX”.

Prefiere la revolucionaria y progresista Cuba prostíbulo, que adoptar una posición firme contra la degradación que conlleva la eternización en el poder de la familia Castro.

Hay que leer a Pascal Bruckner, repito, para comprender mejor Europa, su infausta, siniestra izquierda y las razones ocultas de sus posiciones intelectuales. Sartre maoísta, etcétera. No me resisto a citar aquí a Jean Genet (“cantor en sus obras de la belleza de las SS, de los granujas, de los asesinos, de los Panteras negras, de los fedayines”) en una entrevista: “¿Por qué los palestinos? Era lo más natural que me interesase no sólo por los más desfavorecidos, sino por los que encarnan en su nivel más alto el odio hacia Occidente”. Otro buen ejemplo para entender la miseria política y moral  europea es su comportamiento hacia la dictadura cubana. Prefiere la revolucionaria y progresista Cuba prostíbulo, que adoptar una posición firme contra la degradación que conlleva la eternización en el poder de la familia Castro. Lo mismo para Venezuela. Se lavan las manos con algún Premio Sájarov a María Corina Machado o al asesinado Oswaldo Payá y, con eso, su superioridad moral se siente justificada para aleccionar a los indígenas hispanoamericanos o a los salvajes africanos. Y para darles la espalda.

Y ya que indagamos en las raíces del ser de Europa, también es muy útil Bruckner para calibrar apropiadamente el indecente antisemitismo europeo.

“Con el apoyo a los palestinos no se desea ayudar a seres de carne y hueso sino a ideas puras. En esta orilla del Mediterráneo, los intelectuales, los escritores, los políticos no quieren tanto investigar sobre un antagonismo concreto como desean arreglar cuentas con la cultura occidental”.

“Si se pudiera probar que los judíos, una vez constituidos en Estado, reprodujeron respecto a los más débiles lo que ellos padecieron en el pasado por culpa de los más fuertes, entonces la pasividad, o complicidad, de las naciones europeas con respecto al Tercer Reich se reduciría en la misma medida”.

El asesino es el mediador

¿Todo está perdido para la soñada Nación Europea? No lo sé. Sin embargo, no se depriman. Hay motivos de consuelo, observen la altura moral con que se afrontan los asuntos mundiales. Basta hacer notar que las negociaciones de Paz (¡ah, la Paz!) entre Ucrania y Rusia se llevan a cabo en un país teocrático gobernado por un asesino que ordenó arrestar matar y descuartizar a un periodista en los predios de una de sus embajadas. ¡El asesino es el mediador!

Es para pensar, y perdonen mi pesimismo, que la lapidaria frase que aparece en la obra maestra de Dante debería presidir las salas de parto de todo el planeta de manera preeminente con el noble objetivo de que todo ser humano en el momento de acceder a la vida, fuera advertido: “Perded toda esperanza, vosotros los que entráis aquí”.