Óscar Monsalvo-Vozpópuli

Feijóo votará en favor de una cosa y de su contraria. Del PNV y contra el PNV. De Puigdemont y contra Puigdemont. De la amnistía y contra la amnistía

Escuchar a Alberto Núñez Feijóo, líder del PP y de la oposición, dispara recuerdos inesperados. Su comparecencia de esta semana, tan natural como aquella performance veraniega en la que Borja Sémper apelaba desde una playa falsa a la alegría y la esperanza para volver del verano sin Pedro Sánchez, ha sido un involuntario homenaje a dos villanos inolvidables. El siciliano Vizzini de La princesa prometida y Marlo Stanfield, de The Wire.

“Votaremos en conciencia en favor de los pensionistas, de Valencia y de los usuarios del transporte público”, decía un sonriente Feijóo ante la indefinida cámara de la irrelevancia política. El PP vive instalado en su propio programa ómnibus, que es al mismo tiempo el todo y la nada. Son capaces de defender cualquier cosa, y por eso mismo son incapaces de defender realmente algo.

No hay nada como pequeños chutes de gratuidad pagados por todos los ciudadanos para acomodar una pobreza que está mucho más cerca de lo que parece. Bonos para los libros, para el tren, para el alquiler, para el pan, para el cine

En el Partido Popular no hay nadie que se atreva a plantearse siquiera la cuestión de las pensiones. Sea por ignorancia, por cobardía, por cálculo electoral o por irresponsabilidad, el caso es que nadie en Génova quiere saltar de uno de los muchos trenes que llevan al país al desastre. “Votaremos en favor de los pensionistas”, dice, y lo que quiere decir es que seguirán participando en una escalada inflacionista ajena al principio de realidad. Que suban, que suban siempre, mucho, lo que pidan y un poco más, cueste lo que cueste.

Y si el resto de los españoles viven cada vez más ahogados, si los coches son un producto de lujo, votaremos en favor de los usuarios de transporte público. No hay nada como pequeños chutes de gratuidad pagados por todos los ciudadanos para acomodar una pobreza que está mucho más cerca de lo que parece. Bonos para los libros, para el tren, para el alquiler, para el pan, para el cine, un bono innecesario tras otro hasta conseguir que lo que era un chute ocasional se convierta en una adicción. Votaremos en conciencia en favor de todo eso, promete el sonriente Feijóo, incapaz de comprender que no va ganando una partida que ni siquiera existe.

Y votarán en favor de Valencia, claro. Es la joya de la corona del ómnibus de la miseria. La horrible chapuza nacional de la que, evidentemente, nadie se hará responsable. Pasó, qué le vamos a hacer. El Estado no sólo dejó que pasara, sino que ni siquiera acudió a arreglarlo a la mañana siguiente. Por eso la necesidad común de solidarizarse con Valencia. El Estado está exactamente para eso. Para solidarizarse de la manera en la que hoy se es solidario. Promesas, consignas, carteles, anuncios ministeriales y alguna partida presupuestaria.

“Votaremos en conciencia en favor de todos ellos y de nadie más”, afirmaba con una convicción también impostada. Feijóo es el guardia de seguridad de la tiendita en la que Marlo roba descaradamente por el mero placer de mostrar que no le hace falta hacerlo a escondidas. Le gustaría que las cosas fueran de una manera, pero son al revés. Feijóo votará siempre en favor de lo que decidan sus arúspices, aunque no entienda lo que dicen. Votará en favor de una cosa y de su contraria. Del PNV y contra el PNV. De Puigdemont y contra Puigdemont. De la amnistía y contra la amnistía. Del español en las escuelas y contra el español en las escuelas. Pero sobre todo, votará siempre en favor de lo que quiera la alianza del progreso, que es quien marca el ritmo.

    El PP no quiere hacer política y no sabe hacer comunicación política. Sánchez no es Westley ni Marlo, pero Feijóo se las arregla siempre para acabar siendo el secundario que pierde sin que el rival haga nada

“Sabemos que el señor Sánchez esperaba y deseaba que hiciésemos exactamente lo contrario de lo que vamos a hacer, y en consecuencia también votaremos para no hacerle el juego a su demagogia”.

 

Es un homenaje casi perfecto a uno de los pasajes más famosos de la novela de William Goldman. La batalla de ingenio entre Vizzini y Westley. “Un hombre listo vertería el veneno en su propia copa, porque sabría que sólo un idiota creería lo que parece lógico y yo no soy un idiota, así que no elegiré el vino que tenéis frente a vos, pero podréis haber deducido que yo no soy un idiota y habríais contado con ello por lo que no elegiré el vino que está frente a mí”. A los pocos segundos Vizzini cae muerto sin que Westley haya hecho nada.

Las palabras del líder de la oposición producen risa en sus rivales. El PNV, al que no ha dejado de cortejar desde la moción de censura, le enviaba esta semana otro mensaje humillante. El PP no quiere hacer política y no sabe hacer comunicación política. Sánchez no es Westley ni Marlo, pero Feijóo se las arregla siempre para acabar siendo el secundario que pierde sin que el rival haga nada y al que nadie hace caso.