TONIA ETXARRI, EL CORREO 11/12/13
· Estos dos grupos de la oposición tendrán que encontrar un equilibrio entre la necesidad de facilitar una estabilidad institucional al país y no desdecirse de sus exigencias de austeridad facilitando la eliminación de duplicidades y la reducción de servicios superfluos. Tiene la política ese lado tan perverso en momentos en los que nuestros representantes nos cuentan sus versiones sobre acuerdos a los que se han resistido que, en el capítulo del pacto fiscal logrado por el PNV, son los otros quienes se atribuyen el mérito.
Pero es el PNV quien sale beneficiado. Sin otros obstáculos que los de EH Bildu y UPyD. Y volviendo a situarse en el centro, a pesar de no gobernar más que en una de las tres diputaciones. Los tiempos difíciles no son propicios para la coherencia. Donde dijeron los populares que había un «juego de trileros» (Arantza Quiroga) o que las Juntas Generales iban a perder «la importancia que les otorga la Constitución y el Estatuto» ( Javier de Andrés, en Álava) o presentaban su enmienda a la totalidad (Esther Martínez, en Bizkaia), las hieles se han tornado mieles hasta el punto que se podría decir que parecen otros los protagonistas.
Con la confirmación del acuerdo presupuestario en Álava entre el PNV y el PP (¡quién se lo iba a decir a los nacionalistas alaveses!) y el rechazo de la enmienda a la totalidad de Bildu en Bizkaia por parte del resto de partidos, se ha puesto el marco a la foto de la estabilidad institucional que tanto le ha costado conseguir al lehendakari. El triángulo de las diputaciones se queda abierto por el flanco de Gipuzkoa, en donde el gobierno de Bildu, sin embargo, podrá sacar adelante sus cuentas si el PNV de Egibar, con su abstención, le allana el camino.
El PNV en el centro en una legislatura de crisis donde se exige, además de transparencia, contención de gasto. Que está bien que sus señorías hayan ahorrado en dietas y viajes. Pero cualquier gestión se mira con lupa desde las tribunas de los sufridos contribuyentes. Y si en ocasiones vuelve la tentación de plantear la reducción del número de diputados, coches oficiales y, por supuesto, embajadas, no se pasa por alto la necesidad de reducir servicios que pueden parecer un exceso. Ahora que Urkullu acaba de retirar a Emakunde las competencias de violencia de género para evitar duplicidades, la oposición se pregunta. ¿Debe el Ararteko mantener 31 asesores en tiempos de crisis? La respuesta parece obvia.