El engendro sanchista no duraría 24 horas sin el trabajo coordinado de tantos activistas mediáticos
Para seguir en el poder, el sanchismo no puede dejar de mentir. Tanto que, transcurridos 20 días de la catástrofe de la Dana, siguen falseando el hecho esencial: teniendo todos los datos propios de una Emergencia Nacional, Sánchez lo ignoró para evitar desgaste político. Siguen mintiendo sobre la inexcusable obligación del presidente del Gobierno de hacer la declaración y asumir sus obligaciones ante una catástrofe descomunal. Los argumentos utilizados no pueden ser más burdos. No tomó la decisión a la que estaba legalmente obligado porque el presidente autonómico no se lo pidió, sostienen. ¿Es una broma?
Una falsificación tan obvia no podría mantenerse en píe sin el trabajo militante de un ejército de propagandistas. Con Iñaki Gabilondo al frente, cientos se retrataron en la firma de un manifiesto en el que se exigía impunidad para Begoña Gómez. “El ataque de la ultraderecha mediática y judicial contra la esposa del presidente del Gobierno…”, se lee en el panfleto. Consagrados sin limitaciones a la causa del sanchismo, la verdad verdadera es que buscan enmascarar una corrupción que desborda. De hecho, Gabilondo habría firmado igualmente y por las mismas razones un comunicado a favor de Ábalos, Koldo o el Tito Berni.
El engendro sanchista no duraría 24 horas sin el trabajo coordinado de tantos activistas mediáticos, bullshitters, según la denominación de Harry Frankfurt en sus tesis sobre el uso de la mentira en el discurso político. Practican la tergiversación deliberada de los hechos en beneficio del poder al que sirven. Para desenmascararles conviene ignorar sus creaciones narrativas y centrarse en las verdades incómodas que intentan ocultar. Su trabajo consiste en servir con charlatanerías a Sánchez, el administrador de la caja fuerte.
Periodismo de encargo, como el de Silvia Itxaurrondo de TVE que, propagadora del bulo del ataque “fascista” con un palo a Sánchez cuando huía, acusa a todo el mundo de crear bulos
En relación con la catástrofe de las inundaciones, son inagotables los relatos fabricados por el sanchismo mediático para ocultar la responsabilidad directa del Gobierno. Su objetivo es esconder la verdad central: los 3.000 m3/s del barranco del Poyo lanzados como una bomba sobre poblaciones indefensas son competencia exclusiva de Pedro Sánchez. Los bullshitters sanchistas hacen su trabajo, falsean: cuando todo el mundo oyó la frase fatídica de Sánchez “si necesitan más recursos, que los pidan”, lo niegan; repiten que las emergencias están transferidas, como si no fuera obvio que las emergencias nacionales, no; si las obras hidráulicas imprescindibles no se hicieron por un ecologismo doctrinario que, como se ve, mata, lo tapan. Y, recuerda, estos charlatanes no trabajan gratis.
Con lealtad mercenaria califican como ultraderecha a todos los periodistas críticos con el Gobierno, “enemigos del pueblo”, que diría Hugo Chaves. Estos bullshitters siguen la narrativa peronista, la de quienes defienden a Cristina Kirchner, condenada por robar al Estado, cueste lo que cueste, con comunicados de apoyo que firmaría Gabilondo. Periodismo de encargo, como el de Silvia Itxaurrondo de TVE que, propagadora del bulo del ataque “fascista” con un palo a Sánchez cuando huía, acusa a todo el mundo de crear bulos. Servicios incluidos en sus jugosos contratos.
Évole pidió la dimisión de Mazón en un acto de fervor sanchista. No la de Sánchez, no la de Ribera, porque, como Gabilondo, él no informa, se implica
Hasta los más párvulos del activismo sanchista saben que insistir en la comida de Carlos Mazón sirve para desviar la atención de las verdades que comprometen al Gobierno en la catástrofe. El catálogo es amplio: desaparición injustificable desde el 28 de agosto de la ministra Ribera; incumplimiento irresponsable de la presentación a Bruselas de los planes de riesgo de inundaciones; paralización del proyecto de adecuación y drenaje del barranco del Poyo; inundaciones provocadas al desaguar sin advertencia previa el embalse de Forata; incumplimientos reiterados el día 29 de la obligación de avisos sobre evolución del caudal desde la Confederación; olvido flagrante del compromiso de actualización del Sistema de Atención Temprana…
Esperando las mentiras
Jordi Évole, bullshitter todo terreno, entrevistador amable del dictador y torturador Nicolás Maduro, pidió la dimisión de Mazón en un acto de fervor sanchista. No la de Sánchez, no la de Ribera, porque, como Gabilondo, él no informa, se implica. En cualquier caso, el presidente de la Comunidad Valenciana debe asumir personalmente responsabilidades, sin dilación. Su obligación de dimitir está inscrita en la cultura democrática, independientemente de la práctica fraudulenta del sanchismo de falsificar la realidad. El PP debe comprender que, para poner fin a la pesadilla sanchista, el liderazgo de Núñez Feijóo representa a muchos más que a los seguidores de su partido. Y se ha de notar.
En una semana, pasado un mes, Sánchez dará explicaciones en el Congreso sobre la Dana y una cosa es segura: ¡mentirá! Después, el ejército de bullshitters mentirá a su servicio.