Óscar Monsalvo-Vozpópuli
Recuerdan quién es Aizpurua, claro, y qué hicieron sus queridos gudaris con compañeros como López de Lacalle. Y aun así -o por eso- ponen la alfombra roja
Durante décadas se hicieron -se siguen haciendo- bromas con la supuesta complicidad de una parte enorme de la sociedad vasca con ETA. “Todo es ETA”, decían entre risas y codazos. “La izquierda abertzale es ETA, venga, sí. Y las huchas por los presos son ETA también. Gritar ‘Gora ETA’ te hace defensor de ETA, claro que sí, campeón”. Ése era y es el nivel. El nivel necesario para que ser de ETA no fuera una molestia social.
Esta semana se cumplirán diez años desde que Ismael Arrieta Pérez de Mendiola salió de la cárcel. Ismael Arrieta, sacerdote de vocación, eligió conscientemente su iglesia particular. Fue condenado a 30 años de prisión -cumplió 12- por su complicidad en el atentado terrorista que la izquierda abertzale cometió en una carrera ciclista en Salvatierra, Álava, localidad en la que el cura tenía su parroquia. ETA asesinó a José Luis Vázquez, Avelino Palma y Ángel Prado, tres agentes de la Guardia Civil. Y lo hizo con la ayuda del cura Ismael Arrieta.
Arnaldo Otegi, abertzale de vocación, se integró voluntariamente en la banda terrorista de la izquierda abertzale para hacer los trabajos habituales. Por ejemplo, secuestrar a Luis Abaitua. Después, ya desde el aparato político en el que ha continuado su exitosa carrera, se refirió al asesinato del periodista José Luis López de Lacalle con estas palabras: “ETA pretende poner encima de la mesa el papel de determinados profesionales de los medios de comunicación que, a juicio de ETA, en todo caso, están planteando una estrategia informativa de manipulación y de guerra en el conflicto entre Euskal Herria y el Estado”.
Hubo periodistas que fueron objetivo de ETA por su profesionalidad y por sus principios. Algunos de ellos fueron asesinados porque trazaron una línea clara entre los asesinos y ellos. No confraternizaron, no relativizaron. Hoy tenemos periodistas como Jordi Évole. Lo que el exitoso comunicador dejó para la posteridad no fueron las entrevistas al etarra Otegi, sino un gesto de simpatía rebosante, una foto sincera de amistad recíproca en los verdes montes en los que tan cómodo se siente el dirigente de la izquierda abertzale.
¿Y si te hubiera salido un hijo antiabertzale?
El de Évole no es un caso único. Es uno más entre muchísimos compañeros. África Baeta y Julian Iantzi recibían en 2016 en ETB -estás en tu casa- con una amabilidad que se reserva para los más allegados al “señor Otegi”, como se referían a él. Compadreo, bromitas -”¿Y si te hubiese salido un hijo… (pausa de tres segundos) antiabertzale?”- y risas, muchas risas con un secuestrador que participó en la limpieza política planificada de la sociedad vasca. Para eso están la televisión pública y sus trabajadores más comprometidos.
Un ‘héroe’ para El Correo
Paréntesis. La semana pasada se anunció un homenaje a Martin Zabaleta, el montañero que plantó una bandera en la cima del Everest. En concreto, una bandera con el anagrama de ETA de la que después dijo sentirse orgulloso. El “héroe”, tal y como lo describe El Correo, colocó la bandera en un año significativo en la historia de la banda terrorista: 1980. Eso es lo que se decidió homenajear. Y quien lo anunció fue el Athletic de Bilbao. No un sector ultra del Athletic, sino el propio club. Iñaki López, otro periodista local, seguirá diciendo que en su ejemplar Euskadi no se homenajea a los etarras.
Sonríen cuando está cerca, sostienen el micro con temblor y admiración, recuerdan quién es y la nominan al premio a mejor relación con la prensa
Vamos terminando. Todos recordamos dónde estaba Mertxe Aizpurua mientras ETA hacía su trabajo; haciendo, ella también, su trabajo. Periodista de vocación, fue condenada por apología del terrorismo desde la revista Punto y Hora. Todos sabemos lo que hacen los periodistas del Congreso cada vez que tienen oportunidad de recordarle todo esto; hacen, también, su trabajo. Sonríen cuando está cerca, sostienen el micro con temblor y admiración, recuerdan quién es y la nominan al premio a mejor relación con la prensa. Recuerdan quién es Aizpurua, claro, y qué hicieron sus queridos gudaris con compañeros como López de Lacalle. Y aun así -o por eso- ponen la alfombra roja. Cómo no van a hacerlo, cómo no van a entregarse embelesados a los encantos de la diputada de la izquierda abertzale si el Congreso, de manera casi unánime, aplaudió a la apologeta de etarras en 2021 en una jornada para la infamia.
La semana pasada Aizpurua amenazó a Vox y al PP con la ilegalización. La continuación de los asesinatos por otros medios. Muchos periodistas seguramente sonrieron al escuchar sus palabras. La clave la había dado hace un par de años en un debate sobre el estado de la nación. “La izquierda española siempre nos tendrá dispuestos a colaborar en la democratización de este Estado”.
Aizpurua podría haber acabado sus días como una apestada social, escribiendo páginas para consumo interno, mendigando cuatro duros a amigos y familares. Pero sigue haciendo su trabajo, ahora desde el Congreso. Gracias a muchísimos periodistas que recuerdan y admiran su historial.
Cierro paréntesis: el Athletic celebró el sábado el homenaje al alpinista que colocó a ETA en el Everest. San Mamés colaboró con una sonora ovación.