Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo
Los datos que conocimos ayer sobre la inflación registrada en el mes de junio nos sirven para muchas cosas. Además de para conocer la evolución de los precios de lo que compramos todos los días, nos permite dirimir una de la cuestiones más polémicas de esta campaña electoral. Como bien sabe, la visión de la economía difiere mucho entre los principales contendientes o si prefiere entre los dos bloques en liza. Para el Gobierno toda va como una «moto» y para la oposición, la economía tiene hoy demasiadas incertidumbres, grandes carencias y muchos claroscuros. ¿Quién tiene razón? Probablemente ambos.
El Gobierno alardea y se enorgullece de que España es el primer país, entre las economías grandes de la UE, que ha conseguido doblegar sus precios hasta encorsetarlos dentro del margen fijado por el Banco Central Europeo. Es cierto. El IPC se sitúa en el 1,9%, justo una décima por debajo del objetivo del 2%. Por eso, el Gobierno se asombra y no entiende que con este y otros datos favorables, la gente no reconozca sus méritos y las encuestas –todas, incluidas las cocinadas por Tezanos–, prevean un triunfo holgado de Núñez Feijóo. ¿Cómo es posible? Pues aparte de la escasa confianza que inspira el presidente y con independencia de sus numerosos y graves errores cometidos a lo ancho y largo de la legislatura, la gente no se lo reconoce porque no lo ve.
El IPC es uno de los índices que existen para medir la evolución de los precios, pero los mercados de abastos, las carnicerías, las pescaderías y las fruterías proporcionan una información más cercana y directa. ¿Y qué dice esa información? Pues que los precios de los alimentos suben a ritmo de dos dígitos, con picos tan espectaculares como el 45% del azúcar o el 31% del aceite de oliva. Si vuelven a casa con esa información ‘real’ y abren el sobre que les llega del banco, con la subida de los intereses de la hipoteca, comprenderán que eso de la «moto» lo entiendan mal e incluso habrá quien considere una broma pesada las declaraciones del presidente.
Dada su limitada capacidad de actuar en este terreno y recordando los sacrificios consentidos en la recaudación fiscal, con las rebajas del IVA y en el déficit, con las ayudas a los combustibles, no creo que este sea el mayor error cometido por el Gobierno, ni mucho menos. Pero la insistencia de Pedro Sánchez en pintar un panorama que nadie ve, no contribuye a mejorar su deteriorada imagen. Ucrania queda demasiado lejos para echarle la culpa de todo y La Moncloa está tan cerca…