ABC, 14/7/2011
Los integrantes de la red de extorsión de ETA que operaba en torno al bar «Faisán» se mantuvieron activos pese a la tregua decretada por la banda terrorista en 2006, durante la negociación con el Gobierno de Zapatero.
Así lo pone de manifiesto el juez de la Audiencia Nacional Pablo Ruz en el auto de procesamiento dictado en el caso del «chivatazo»: «La investigación permite constatar, de forma indiciaria, cómo la red de extorsión sigue con su actividad», señala el magistrado, «pese a la declaración de “alto el fuego” efectuada por la organización terrorista ETA el 22 de marzo de 2006».
La operación policial contra ese entramado etarra —que llevaba 20 años de actividad criminal «permanente»— arrancó en 1998 y llegó a su punto culminante en mayo de 2006, cuando la Policía española, en coordinación con la francesa, se disponía a efectuar las detenciones que el «chivatazo» obligó a posponer un mes y medio. En el punto de mira de los investigadores se encontraban Joseba Elosúa, propietario del bar «Faisán» y una de las personas encargadas de realizar las «funciones de intermediación o enlace» entre los extorsionados y los responsables del chantaje terrorista. Él fue quien recibió el soplo. Junto a Elosúa, entre otros, iba a ser arrestado el dirigente del PNV Gorka Aguirre, a quien también se detectó en labores de «enlace» entre empresarios vizcaínos próximos al Partido Nacionalista Vasco que habían sido tocados por ETA y «los miembros de la red de extorsión investigada».
Hasta el 4 de mayo de 2006, fecha del chivatazo, los investigadores habían descubierto hasta «44 citas orgánicas». Es la denominación dada a los «contactos» mantenidos en España entre miembros de la red de extorsión y a las «visitas periódicas» de los integrantes del entramado situados en Francia. Estos últimos transmitían a Elosúa «las instrucciones» de los cabecillas.
Las escuchas y seguimientos permitieron desentrañar cómo actuaban los terroristas. Ruz detalla su jerga en clave («botellas de vino, sidra o txakoli» es el dinero; los recibos de pago son «facturas» o «notas»; las cartas de extorsión, «entradas», «calendarios» y, si se enviaban en Navidad, «felicitaciones de Pascua»; y las reuniones con los cabecillas en Francia, «estar en calzoncillos»), así como el «procedimiento» que seguían para extorsionar. Una vez a la semana se recibía en el «Faisán» un sobre con «información de naturaleza económico financiera proporcionada por una red de colaboradores vinculados a medios de comunicación local». El etarra José Antonio Cau lo recogía y lo entregaba a los jefes de la banda en Francia. Gracias al soplo del 4 de mayo, ETA recibió 54.000 euros pagados por un empresario navarro.
ABC, 14/7/2011