CARLOS SÁNCHEZ-EL CONFIDENCIAL

  • Los datos del tercer trimestre han sido mucho mejores de lo previsto. La clave de la recuperación está ahora en el cuarto trimestre. El indicador todavía no recoge los últimos rebrotes
El tercer trimestre se ha comportado claramente mejor de lo esperado por el consenso de los analistas: un 16,7% de incremento del PIB trimestral —corregido de variaciones estacionales— frente al 12,9% estimado en septiembre por el consenso del panel de Funcas. O el 13% previsto por el Gobierno en Plan Presupuestario. ¿Quiere decir eso que España está cerca de recuperar el PIB perdido durante el primer trimestre del año? No.

Y eso es así porque, como recuerda el propio Instituto Nacional de Estadística (INE), el PIB cae a un ritmo del 8,7% en términos anuales. Es decir, en el tercer trimestre de 2019 frente al mismo periodo de tiempo de año anterior. Por lo tanto, recoge información de trimestres en los que todavía no había hecho acto de presencia el virus, por lo que al tratarse de tasas de variación respecto del periodo precedente lo razonable es pensar que ese 8,7% tenderá a empeorar, lo que explica que el propio Gobierno haya previsto un desplome del PIB del 11,2% en el conjunto del año. De hecho, pese al espectacular dato del tercer trimestre, ese 16,7% de incremento, España ha recuperado solo el 59% del PIB perdido en el primer semestre del año (-23%).

Es probable que la comparación se pueda visualizar mejor con datos absolutos. En el tercer trimestre del año pasado (sin virus), la actividad económica generó un valor de 311.674 millones de euros. Pero en el mismo periodo de tiempo de 2020, el resultado ha sido equivalente a 287.363 millones (ambas cifras corregidas de variaciones estacionales).

Por lo tanto, y pese al fortísimo rebote del PIB, España ha producido entre junio y septiembre 24.311 millones de euros menos que hace un año en el mismo periodo. Si la comparación se hace en el conjunto del año, el resultado es que la crisis del coronavirus ha costado, por el momento, 87.823 millones en términos de crecimiento económico. O de riqueza nacional, como se prefiera.

Eso quiere decir que la clave está en lo que pase en el cuarto trimestre, que es, precisamente, el de mayor volumen en cuanto a creación de actividad, periodo que ya contabilizará el aumento de las restricciones decretado por las autoridades a consecuencia del rebrote. Y que afecta, sobre todo, a la movilidad, algo que es especialmente significativo en España debido a su elevada exposición al turismo (interior y exterior), la hostelería y el comercio.

Bajo control

Como una cuestión previa hay que tener cuenta que el propio INE reconoce que el sistema de recogida de datos no está normalizado. De hecho, la mayoría de los indicadores del tercer trimestre solo recogen información hasta agosto, que es cuando el virus parecía estar bajo control.

Los rebrotes, como se sabe en el caso de España, aunque la economía está muy internacionalizada, comenzaron a crecer con fuerza en septiembre, y lo que ha hecho Estadística es tirar de la información habitual durante el mes de septiembre usando para ello indicadores basados en datos administrativos y otras fuentes adicionales. Es decir, ha tenido que ‘construir’ mediante sus propias fórmulas y estimaciones la información de un tercio del trimestre (septiembre). Precisamente, el mes en el que comenzó a frenarse la recuperación.

La mayoría de los indicadores del tercer trimestre solo recogen información hasta agosto, que es cuando el virus parecía estar bajo control

¿Qué pasará en el cuarto trimestre? Nadie lo sabe, más ahora si se tiene en cuenta que todas las previsiones, tanto de los institutos privados de coyuntura como de los gobiernos o de las agencias multilaterales —la OCDE o el FMI— están hechas antes de que en los últimos días la mayoría de los países europeos, por no decir todos, hayan impuesto serias restricciones a la movilidad.

El panel de Funcas, por ejemplo, había previsto un avance del 3,9%, pero esa tasa será diferente, al margen del error que pueda incorporar, por un doble motivo. Por un lado, porque la base sobre la que operará la variación será más alta de lo previsto inicialmente (el rebote del tercer trimestre ha sido mayor de lo esperado), y, por otro, aunque en sentido contrario, porque no se preveía que el repunte de la pandemia fuera tan intenso. BBVA Research, por su parte, ha estimado un 2% de avance entre octubre y diciembre.

Alta frecuencia

Esto hace que cualquier previsión esté sometida hoy a un grado de incertidumbre enorme. Lo que se sabe, por los indicadores de alta frecuencia que miden en tiempo real el consumo —el principal componente del PIB—, es que la actividad se ha deteriorado de forma adicional por las restricciones a la movilidad y por el llamado ‘efecto precaución’, que se produce cuando los agentes económicos temen al futuro. En el caso de las empresas, retrasando sus decisiones de inversión, y en el de las familias, aumentado su ahorro.

Esto es especialmente relevante debido a que el consumo privado y la inversión han sido, precisamente, lo que más ha tirado del carro durante el tercer trimestre. Nada menos que un 20,7% en el primer caso y un 17,8% en el segundo (formación bruta de capital fijo). El comportamiento del sector exterior, igualmente, ha sido menos malo que en el trimestre anterior, un -0,9% frente al -2,7% entre abril y junio, pero no hay que olvidar que la segunda ola del virus afecta también, y de forma intensa, a nuestros socios comerciales (el 60% de las exportaciones van a la eurozona).

La caída del PIB en los últimos trimestres tiene que ver, fundamentalmente, con el empleo. Pero, como recuerda Estadística, debido a las circunstancias excepcionales que atraviesa la economía, lo relevante no es el número de puestos de trabajo creados equivalentes a tiempo completo (medida de la contabilidad nacional), sino las horas trabajadas. Y el resultado es que su número ha caído un 6,2% en términos anuales, es decir, por debajo del 8,7% que ha caído el PIB.

La brecha entre ambas tasas de variación tiene que ver, fundamentalmente, con las medidas de apoyo al empleo, sobre todo, los ERTE, desplegadas en los últimos meses. La EPA considera ocupados a los trabajadores con suspensión de empleo, aunque no pueden ir a sus tajos u oficinas. A destacar el hecho de que el número de horas trabajadas en las ramas industriales, que son las que generan mayor valor añadido, retroceden un 8,6%, prácticamente lo mismo que desciende el PIB en los últimos cuatro trimestres. La construcción, al margen de la agricultura, es el sector que mejor se está comportando en horas trabajadas, un -2,8%, lo que se debe a que las restricciones, en este caso, son menores.