Rebeca Argudo-ABC

  • Me pregunto quién será el árbitro encargado de dirimir lo que es permisible pensar y lo que no

Ustedes no se acordarán de Tania Sánchez, pero a punto estuvo de ser marquesa de Galapagar y eurodiputada. Lo que pasa es que se cruzó en su camino (y en su relación con Pablo Iglesias y, por ende, en su carrera ministerial) la nueva secretaria de Coordinación de áreas de Podemos por aquel entonces. Y el resto es historia (de España). Yo le había perdido la pista, olvidada en las últimas filas detrás de las columnas del Congreso de los Diputados (que son la isla de Elba del hemiciclo) hasta el otro día, que se materializó frente a las cámaras para hablar de Karla Sofía Gascón, que es de lo que habla ahora todo el mundo. Tania, con gran afectación, nos explicaba a los españoles (a los que ven la tele, al menos) que hay «palabras y opiniones que no son respetables» y que «el objetivo es que las personas que piensan cosas no respetables dejen de pensarlas». Lo que me interesa de Tania Sánchez para traerla al papel (ya lo siento) es, precisamente, esto último que dice, porque es muy sintomático de la manera de operar de la izquierda contemporánea (de la actuante a la extrema, pasando por la verdadera) y su convencimiento de superioridad moral. Detengámonos un momento porque la cosa tiene miga. No empieza mal Tania cuando dice que hay opiniones (lo de las palabras es más discutible) que no son respetables. Estoy de acuerdo. Pero olvida puntualizar que se trata esta de una valoración subjetiva, personal e íntima, y que, aunque no sean respetables todas las ideas, sí son todas merecedoras de ser expresadas en voz alta y respetable todo el que lo haga. Ahí radica, precisamente, la libertad de expresión. Es a continuación cuando se nos muestra Sánchez en todo su esplendor totalitario, cuando nos comunica que «el objetivo» es que la gente que no piensa correctamente deje de pensar tan mal y se redima. No nos detendremos en cómo Tania Sánchez se ventila de un plumazo los artículos 18 y 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (lo cual, paradójicamente, resulta poco respetable a mi entender) para ir a lo mollar. A que parece Tania Sánchez convencida de que es necesario verificar la forma de pensar de cada ciudadano para cerciorarse de que lo hacemos bien. Y que, quien no lo haga convenientemente, deberá dejar de hacerlo. Me pregunto quién será el árbitro encargado de dirimir lo que es permisible pensar y lo que no. ¿La propia Tania? ¿La formación en la que milita, Más Madrid, fundada por Íñigo Errejón, actualmente investigado por agresión sexual? ¿Es ese el modelo de sociedad que propone, una que no permita la discrepancia? Decía Heráclito que lo opuesto es conveniente y que de ahí es de donde procede la más hermosa de las armonías. Incluso la justicia, nos decía, procede de la disputa. Tania Sánchez, sin embargo, no conforme con silenciar al disidente, aspira a reconfigurar su pensamiento. Resultaría cómico de no ser preocupante. Pobre Heráclito, como se le ocurriese levantar la cabeza y nos viera…