Entrevista a PILAR CALAHORRA ESCALADA, ABC – 07/12/14
· El terrorista se instala en Lasarte a 500 metros de una de sus víctimas, que sobrevivió a un atentado con 4 muertos.
Pilar Calahorra Escalada, 78 años, miraba la otra noche la televisión cuando se percató de que en las noticias salía su pueblo, Lasarte. «¡Pero si es la casa de mi consuegra!», se dijo, reconociendo los bloques de edificios junto a la ribera del río Oria, donde se ha instalado el terrorista Santiago Arrospide, «Santi Potros», tras cumplir 27 años en prisión por atentados múltiples como el de Hipercor de Barcelona o el de la República Argentina de Madrid.
Lo que a esta navarra aquejada del corazón nadie le había contado hasta ahora es que ese mismo terrorista que ahora vive a cuatro minutos de su portal es quien ordenó el atentado que le quebró para siempre su salud, abriéndole de cuajo la rodilla. El mismo en el que murieron el gobernador militar de Guipúzcoa, el general Rafael Garrido; su mujer, Daniela Velasco; su hijo Daniel y unaa portuguesa que paseaba por el Boulevard de San Sebastián cuando dos mo-toristas de ETA colocaron un artefac-to sobre el capó del coche del oficial.. El chófer se salvó. La sentencia quee condena a «Potros» es de 2003, pero no recoge la cláusula deseable de ale-jamiento de las víctimas.
–¿No sabía que «Potros» era su vecino??
-No. Solo al ver la imagen en la televi- sión de su llegada he dicho: anda, pero si es el barrio nuevo de Zumaburu…
–¿Y cómo se siente ahora?
–Uy, madre… No sé. Vi cómo entraban él y dos señores a la casa… Pero es que no sabía que era de aquí.
–Pero sí le sonaba su nombre.
–Sí, sí. Sabía que estaba ingresado… en la cárcel. Pero de eso hace tiempo. Cuando me pasó a mí mataron al gobernador militar de San Sebastián.
–¿Y usted sabe que «Santi Potros» está condenado por su atentado?
–No… No, ese fue el del Hipercor. –En 2003 la Audiencia Nacional le condenó como «autor» de su atentado. Como jefe del comando. (Además de «Kubati» y Latasa Guetaria).
–Ahora me entero… No lo sabía. Y mis hijos seguro que tampoco. No creo que me lo cruce porque yo no puedo salir de casa. Solo voy al médico… Quien sí se acuerda, y mucho, de la dureza del rostro rapado de «Santi Potros» es Silverio Velasco, quien perdió a su hermana, su cuñado y su sobrino Daniel, de 22 años, en aquel cruel atentado de 1986. Recuerda cómo tras ser extraditado desde Francia el terrorista ahora libre aporreaba en 2003 la «pecera» de la Audiencia Nacional durante el juicio. Fue expulsado de la sala.
El atentado «La bomba me derribó al suelo y me quedé con la pierna colgando. Creían que no salía viva. Desde hace 28 años no he tenido un día bueno» La indefensión de las víctimas «No sabía que él ordenó el atentado. Sí que fue el de Hipercor… No creo que me lo cruce porque yo no puedo salir de casa. Solo voy al médico con mis hijos» Los vecinos del bloque del terrorista «Hemos hablado y nos da miedo. No queremos que nuestros niños se lo encuentren por la noche. Es terrible que viva aquí. No hay derecho a que salga tan pronto»
Ni el fiscal lo pidió ni el juez acordó su alejamiento en caso de ser liberado, como ha ocurrido esta semana, por lo que ahora Pilar debe convivir a varios cientos de metros de su victimario. Silverio y su familia viven a unos ocho kilómetros, los que separan Lasarte de San Sebastián. «Lo peor es verles salir como héroes, triunfantes, con el apoyo de mucha gente que no ha interiorizado la maldad del terrorismo».
El estallido de aquella bomba del Boulevard donostiarra colocada por orden de «Potros» tumbó a una docena de transeúntes. Pilar recibió el impacto de la metralla en su pierna izquierda y quedó 505 días malherida, dejándola en incapacidad total con 50 años y seis hijos. Fue el 25 de octubre de 1986 y el fotógrafo que ahora la retrata trabajó aquel fatídico día. «Quedé derribada en el suelo hasta que llegó la ambulancia. Llevo 28 años sufriendo porque desde entonces no he tenido un día bueno. Una asistenta social me dijo que no me correspondía estar en el hospital… ¡Pues dígaselo al que me lo ha hecho!, le contesté». Pilar ha sufrido tres operaciones en la pierna izquierda y otras dos en la espalda y en la rodilla debido al «desgaste» sufrido por el atentado. Le indemnizaron con cinco millones de pesetas, aunque los terroristas se dijeron insolventes.
Aquel día Pilar iba a una pescadería en el Boulevard. «Creían que no salía viva. La metralla me dejó la pierna colgando. Era sábado por la mañana. Yo trabajaba en una empresa de limpieza, pero por la mañana fui a una casa donde servía, donde el doctor Carlos Elósegui. Ese día se le casaba una hija y me mandaron a hacer unas comparas. Menos mal que no salí con la niña, que tenía tres años, porque si no la hubieran matado también», relata Pilar.
«¿De qué te ha servido?»
En la farmacia más cercana de la casa de «Potros» atiende una mujer cuyo padre, taxista de profesión, fue asesinado por ETA. Y justo frente a la ventana del nuevo domicilio del terrorista se halla la Casa del Pueblo del PSE. Esta sede fue el año pasado bautizada como «Froilán Elespe» en honor al teniente de alcalde socialista asesinado de dos tiros en la nuca en 2001. Vílchez, antiguo edil socialista en Zumárraga y amigo de Elespe, atiende tras la barra. Tiene claro qué le dirá si se lo cruza. «Le preguntaría: ¿de qué te ha servido todo esto?», comenta mientras desfila la clientela en un pueblo, Lasarte, de mucha inmigración extremeña y donde el PSE fue el partido más votado en 2011. Pero un pacto entre Bildu, PNV y una plataforma ciudadana desbancó a los socialistas de la alcaldía.
«Con el corazón en la mano, “Potros” me da asco. Si entra en el bar no le sirvo. Yo he sido un revolucionario, defensor siempre de la libertad. Pero nunca justificaría la violencia. ¿Un héroe? No. Me parece un pobre cobarde», asegura Vílchez, que señala la mesa donde Froilán Elespe solía comer los miércoles antes de ser asesinado por ETA. Años antes, Elespe vendía huevos en el mercadillo situado en la misma plaza donde vive ahora el exdirigente etarra.
En esa misma localidad, de 18.000 habitantes y gobernada por Bildu, reside la familia de la que ha sido considerada la primera víctima mortal de ETA, la bebé Begoña Urroz, muerta por la explosión de una bomba en 1960. Su hermana, llamada también Begoña, vive en el pueblo. Al igual que Cati Romero, viuda del sargento de la Policía Municipal Alfonso Morcillo, asesinado por ETA en 1994. «Por suerte no me lo he cruzado aún. No le dirigiría la palabra, bastante hemos sufrido ya».
Los vecinos del bloque donde se instala «Potros» expresaban ayer su temor por la presencia del sanguinario pistolero. «Hemos hablado algunas vecinas y claro que nos da miedo. No queremos que nuestros niños se lo encuentren de noche. Es terrible que alguien que ha matado a tanta gente viva aquí. No hay derecho que haya salido tan pronto», decía una señora que salía del portal número 5 de la calle Ribera.
Entrevista a PILAR CALAHORRA ESCALADA, ABC – 07/12/14