Jon Juaristi-ABC

  • El Partido Socialista de Euskadi denuncia un escrache gráfico de la extrema derecha en su sede de San Sebastián

Víctor Trimiño es un graduado en Física, de 28 años, concejal de Galdácano -un municipio de Vizcaya cercano a Bilbao-, que se estrenó el pasado domingo como presidente de las Juventudes Socialistas de Euskadi con un discurso en el que se oponía a los pactos de su partido con Bildu, por no haber condenado esta formación los asesinatos de ETA y seguir organizando homenajes populares a los terroristas excarcelados.

Hay que reconocer que resulta insólito en el PSOE un caso como el de Trimiño. Por lo general, los dirigentes juveniles socialistas, desde la época en que lo fue Santiago Carrillo, suelen entrar en funciones alineándose con lo más radical de sus bases. Un recurso muy socorrido para meter miedo a

los ancianos de la tribu y abrirse así camino hacia arriba, porque, obviamente, y como todo dirigente juvenil de cualquier partido, aspiran a pisar moqueta cuanto antes y a conseguir un empleo vitalicio en el aparato, aunque sea de conserjes. Algo, por otra parte, totalmente legítimo. La vocación de burócrata no es más ni menos moral que la de torero. Las retribuciones no suelen ser equiparables (al principio) pero no se arriesga tanto.

El caso es que Trimiño se atrevió a disentir de la política de su partido. Los medios (sobre todo los de Euskadi, que llaman a Trimiño «burgalés») difundieron rumores acerca de chorreos desde Ferraz y desde la dirección del PSE-EE que ostenta Idoia Mendia, vicelendakari del Gobierno autónomo vasco. No me lo trago. ¿Por qué le iba a caer la del pulpo al pobre Trimiño, cuando la propia Mendía afirmaba, y creo que con razón, que en el PSOE cada militante puede sostener la opinión que le venga en gana sobre cualquier asunto? Lo que decide, como diría el hombre huevo de la Alicia de Carroll, no es la opinión que tú tengas, sino la opinión del que manda más que tú. Que el PSE-EE sea un quilombo, no es siquiera necesario haber pasado por sus filas (como yo mismo hice en mi lejana juventud) para tener la certeza de ello. La propia señora Mendía declaraba al diario «El Mundo», este viernes pasado, que en su partido «tenemos opiniones diferentes respecto de la violencia de ETA y al (sic) papel de Bildu, pero todos compartimos que hemos estado siempre al pie del cañón». No todos al pie, señora Mendía. Bastantes de los suyos estuvieron detrás del cañón, no al pie. A ver si sacan ustedes adelante lo de la memoria democrática para que hablemos de lo que hicieron durante el franquismo e incluso después, y que la cera que haya que dar esté un poco repartida y quede algo para el FRAP. De momento, vuelvo a manifestar mi acuerdo casi total con su afirmación. Estoy seguro de que entre ustedes, los socialistas, hay opiniones diferentes respecto de la violencia de ETA. Casi me atrevería a jurar que la suya de usted es diferente de la de Trimiño. No sé por qué me huelo que este chico no se iría de cenas navideñas ni de copas con Arnaldo Otegui. Por lo de evitar contagios, digo.

Pero, sobre todo, señora vicelendakari, no puedo menos que alabar su sinceridad y su honradez, aunque no su exactitud, cuando afirma que «no se puede cuestionar al presidente del Gobierno de España y secretario general del PSOE su compromiso ético con cualquier tipo de violencia». Hombre, con cualquier tipo de violencia, con cualquiera, francamente no. Estoy seguro de que Sánchez Pérez-Castejón no se comprometería en modo alguno con la violencia de esa gentuza de extrema derecha que les ha pintado a ustedes, en la pared exterior de la Casa del Pueblo de Donostia, la inmunda frase «Dignidad y Justicia». Han hecho ustedes muy bien en denunciar semejante agresión (si por lo menos lo hubieran escrito en eusquera y con una diana al lado…).