TONIA ETXARRI-EL CORREO

  • El Gobierno señala al PP en el conflicto del niño de Canet para desviar responsabilidades
Suele ocurrir en política que al sellar pactos difíciles de explicar, se busca un chivo expiatorio para cargar las culpas al adversario. Pero la tendencia, hasta ahora, señalaba al Gobierno como destinatario de todos los dardos. ‘Piove, porco goberno’. Hasta ahora. Porque, desde que gobierna Sánchez, en nuestro país se le ha dado la vuelta. ‘Piove, porca oposición’. De todo lo que haga La Moncloa que merezca reprobaciones tiene la culpa el PP. ¿Que pactan con Bildu (tres veces en Navarra y dos en el Congreso) y esa alianza provoca recelos en un amplio sector de la ciudadanía? La culpa es del PP, que no les ha dejado otra opción. Lo ha declarado así Patxi López en EL CORREO. ¿Que no son capaces de defender los derechos de un niño en Cataluña para estudiar el 25% de las asignaturas en castellano, tal y como ordena la justicia? La culpa es del PP, que lo instrumentaliza todo.

Las alianzas cada vez más sólidas entre Sánchez y Bildu están obligando a los socialistas a hacer equilibrios a la hora de explicarse. Sostiene Patxi López que la culpa de que hayan pactado con el grupo de Otegi es del PP porque su oposición «es indecente». Ya está. Todo justificado. Cuadraría la excusa si fuera cierta. El caso es que los socialistas vascos pactaron con Bildu en Irún, donde hay sólo un concejal del PP, y en Eibar, donde no existe ninguno. Así es que tendrán que buscar otros pretextos más sólidos para responder a tantos reproches que surgen entre los votantes desencantados más allá de Pancorbo.

López añora ahora el PP de Basagoiti. Será porque fue aquel partido el que le aupó para ser lehendakari a cambio de nada. Y recuerda que socialistas y populares fueron «compañeros en demasiados funerales» para acusar al PP de utilizar a las víctimas del terrorismo. Pero lo que no se les olvida a los populares es que aquel partido añorado por López era el de Rajoy. El mismo a quien Patxi López increpó e impidió acercarse al féretro de Isaías Carrasco, asesinado por ETA, cuando el dirigente popular se presentó en la capilla ardiente para manifestar sus condolencias. Fue para María San Gil «uno de los peores episodios políticos» de su vida.

El caso es que todos los caminos de este Gobierno conducen al PP. También para justificar su inhibición ante el señalamiento de una familia en Canet de Mar (Barcelona) que se ha atrevido a reclamar que se cumpla la ley para que su niño de 5 años pueda estudiar el 25% de las asignaturas en castellano. La familia acosada y linchada en las redes por grupos de fanáticos independentistas (amparados por la propia Generalitat, que se ha dedicado a avivar el fuego de la crispación despreciando una de las dos lenguas cooficiales de Cataluña) no ha sido defendida por el Gobierno. ¿Es o no es una indecencia que La Moncloa no esté impidiendo este atropello?, se pregunta la oposición mientras reclama la aplicación del artículo 155 de la Constitución.

Pero Sánchez no hará nada que disguste a ERC. Por eso al Defensor del Pueblo, Ángel Gabilondo, se le traba la lengua diciendo que no sabe, no conoce y no contesta. Por eso la ministra portavoz cargó contra el PP, «por utilizar cualquier asunto para hacer oposición». Pero no se trata de «un asunto». Estos tics de ‘apartheid’ lingüístico, como los denomina la oposición, no son una anécdota. Son un aviso a otros padres para que no se atrevan a reclamar que se cumplan las leyes en Cataluña. Es inaudito que esto esté ocurriendo en nuestro Estado de derecho.