JON JUARISTI, ABC 01/12/13
· En la práctica, la izquierda abertzale goza de una impunidad virtualmente protegida por el Tribunal de Estrasburgo.
Cuando se habla de ilegalizar Bildu o Sortu me pregunto si los que plantean tal posibilidad se han preguntado por las consecuencias que tendría proscribir a medio País Vasco. El precio por el apaciguamiento de ETA fue eso, precisamente. Medio País Vasco, que se dice pronto. Si nos perdonas la vida, te daré la mitad de mi reino, como le decían al dragón los reyes de los cuentos de hadas. En nuestro cuento no hubo un héroe con agallas, sino un gobierno que se pasaba de listo. El dragón no se lo pensó mucho, porque la oferta era un chollo: Guipúzcoa, toda para ti; la Vizcaya profunda, ídem de lienzo, y medio patatal alavés, ¿cómo lo ves?
Ah, ¿que no se le prometió tal cosa? Sí, hombre. No sé lo que se le ofreció en concreto, pero en el fondo era eso, y el dragón supo entenderlo. Sabía que el pueblo más antiguo y valiente de Europa se le iba a entregar en masa en cuanto viera que el gobierno «de Madrid» se conformaba con que dejase de matar para permitirle presentarse a las elecciones bajo una enésima marca blanca. Porque el pueblo más antiguo e indómito de Europa es tan listo como el dragón o más, y está harto de ver cómo el nacionalismo convierte cada una de sus derrotas en victoria y avanza así, de derrota en derrota, hacia la victoria final. Y al pueblo más antiguo y chulo de Europa sólo le interesa saber quién es el amo, quién tiene el poder real, que nunca ha confundido con el oficial. Se la bufa quién mande en Madrid. Lo importante es quién manda en casa. O sea, el dragón.
Al dragón le va el pitorreo. Incluso prefiere el pitorreo a la independencia. Le divierte más. Su congénere catalán es un pobre dragoncillo de Sant Jordi, que embiste directo a la lanza porque no tiene sentido del humor y cree en las grandes palabras. Cree que las grandes palabras como independencia tienen detrás algo sustantivo y sustancioso (la felicidad, la sardana interminable, la repera, la Catalunya mes rica i plena). Al dragón del cuento vasco le basta con vivir del cuento.
No hay nada que al dragón le ponga más contento que el pitorreo. Las recepciones festivas a sus asesinos domésticos son puro pitorreo, no tienen otra función. Se trata de hacer la pedorreta a Madrid: ¿Creíais habernos vencido, eh, maketos de chichinabo? Pues, mirad: nuestros angelitos en la calle; sus víctimas, ajo y agua, y la Excelentísima Diputación Foral de Guipúzcoa –perdón, Gipuzkoa– organizando su particular tamborrada soviética. Y esto es sólo el principio.
¿Cómo se puede pretender que no se pitorree? ¿En qué cabeza cabe que Bildu, Sortu o como quiera que se haga llamar condene el asalto a la sede del PP de Baracaldo? ¿Por qué iba a hacerlo? No tienen ningún miedo al gobierno «de Madrid», le han perdido todo respeto. Saben que, si el dragón no mata, no lo ilegalizarán jamás, por muy enfáticos que se pongan los ministros de Justicia e Interior o el sursum corda. El Tribunal de Estrasburgo no lo permitiría, y a las pruebas me remito. ¿No estaban de acuerdo gobierno y oposición, ambos reversibles, en que ETA ha sido definitivamente derrotada? Entonces, ¿a qué viene tanto aspaviento por unos cuantos desahogos pirómanos y pirotécnicos, sanas manifestaciones del júbilo de familiares y amigos? El dragón ya no mata. Ni siquiera amenaza con consultas a la población. Sencillamente, ha bajado del monte y se ha merendado a la mitad de la administración local vasca, pero en ello no hay nada de delictivo, ¿no habíamos quedado en eso? El dragón sabe muy bien que el ataque a la sede del PP de Baracaldo, pese a lo que afirma Arantza Quiroga, no es un atentado contra todos, sino contra el PP de Baracaldo. O sea, una minucia.
JON JUARISTI, ABC 01/12/13