J.A. Montano-El Español
Interesante asunto el de la oposición, como han señalado Josu de Miguel y Manuel Arias Maldonado. Si Ciudadanos y el PP son los que le votan las prórrogas del estado de alarma al Gobierno, mientras que sus supuestos aliados no, ¿quiénes son la oposición, estos o aquellos?
El presidente Sánchez y los medios afines siguen hablando de aquellos, con la cuota de demonización correspondiente (mantienen el juego de equipararlos a Vox). Mientras que estos (los independentistas; sin Podemos esta vez, pero porque está en el Gobierno) no son oposición, sino solo unos primos malotes.
Su nueva frase, la de que «no hay plan B para el estado de alarma», con la que exige que le voten una prórroga más, es jugosísima… por la conclusión desoladora que arroja. Cabe sospechar, como ha tuiteado Rubén Amón, que ni siquiera hay plan A. Pero dando por cierta la lógica del presidente, ¿se da él mismo cuenta de lo que significa?
Queda al descubierto el doble eje sobre el que ha montado su política. Están por un lado sus apoyos para el poder, sus apoyos para formar Gobierno. Y por el otro los apoyos para el Estado, los apoyos que reclama por el bien común. Que sean diferentes unos y otros solo indica el camino aberrante en el que se ha metido; en el que nos ha metido a todos.
Si no hay un plan B y, para evitar caer en ese vacío, el Gobierno solo puede contar con el apoyo de Ciudadanos y el PP, entonces es que hay dos oposiciones: la oposición al Gobierno (a la que Sánchez le pide el apoyo por razones de Estado) y la oposición al Estado (que es la aliada de Sánchez para el Gobierno).
Esta segunda oposición nunca se ha escondido. Baste recordar lo que dijo la diputada Montse Bassa, de ERC, en la sesión de investidura: «Me importa un comino la gobernabilidad de España». O lo que les dijo a los miembros del Gobierno su colega Gabriel Rufián el otro día: «¿Cuánto les importa la legislatura?». Para luego esgrimir otra vez el fantasma de «la alternativa», que para él es solo «Torquemada Abascal y sus colegas». (Y Pablo Iglesias y los suyos están también aquí, aunque en modulación gubernamental ahora.)
El problema es que Sánchez fundó su carrera política en el «no es no», cuando tampoco había plan B. Y luego llegó al Gobierno apoyándose en los de la oposición al Estado. Esos que están deseando que el Estado se hunda, sin que los haya frenado la pandemia: al contrario, considerando esta, nauseabundamente, una oportunidad.
Por eso Ciudadanos y el PP, oposición al Gobierno pero no al Estado, deben apoyar otra vez el plan A. Aunque no exista.