ABC – 28/06/16 – HERMANN TERTSCH
· Quien no sea capaz de enmienda debiera echarse a un lado porque pronto hará falta firmeza para evitar el próximo asalto.
Pocas veces gusta tanto equivocarse como cuando la realidad desmiente un desastre que se ha dado por seguro. Más aún cuando no se trata de un habitual revés político ni una mera derrota electoral, sino de una catástrofe humana que podría llevarse por delante todo aquello por lo que se ha trabajado, por lo que se lucha y en lo que se cree. Diversas circunstancias han evitado esa catástrofe política, cultural y humana que habría sido el triunfo en España de un Frente Popular liderado por Podemos.
Que era la toma del poder por un partido neocomunista financiado desde el exterior, alimentado por ofensas y necesidades genuinas o inventadas, pero guiado por todos los peores y más bajos instintos. Por el odio, la envidia, el resentimiento y la venganza que han marcado siempre las páginas más negras de la historia de España. Los habíamos dominado durante la transición y fueron reactivados por el más indigno de nuestros gobernantes en un siglo, el padre político de estas siniestras criaturas que se disponían a «asaltar los cielos», Zapatero.
Muchos españoles, guiados por una ira justificada ante la forma de gobernar y las montañas de agravios acumulados en décadas, estaban decididos a romper el pescuezo a los dos grandes partidos. Y de paso al sistema democrático. Al final, una mayoría ha optado por evitarlo. Muchos han tenido miedo, un miedo saludable y razonable, y un instinto de supervivencia que ha funcionado ante una decisión irreversible y de terribles consecuencias. España ha tenido la inmensa fortuna de que tres días antes, desde el Reino Unido, los españoles recibieran una directa, inmensa e inolvidable lección de cómo un voto por rabia puede pesar y lamentarse una vida entera.
El Brexit y la abismal caída en las bolsas del mundo han sido la perfecta escenificación de un dramático punto de inflexión en la historia y en las vidas causado por un voto que ya horas después muchos lamentan. No podía haber mejor demostración de lo que podía ser ese voto trágicamente trascendente. Ese fue el momento en el que mucho votante de Podemos decidió que su enfado no era suficiente como para romper toda la vajilla con el mueble incluido. Otros lo tendrían ya decidido antes, inducidos por una estrategia del miedo de un Gobierno que fomentó a Podemos y después conmina a la lealtad asustada. Una operación irresponsable de la que no debiera vanagloriarse nadie. Por el inmenso daño que ha hecho a la convivencia.
Lo importante ahora será aprovechar el tiempo. Que es lo único que han ganado los gobernantes. Porque si hay gobierno será muy precario. Y si no lo hubiere, lo precario sería un sistema que muchos están a punto de dar por agotado. Lamentable será que la apoteosis de la pleitesía al único que no ha perdido haga olvidar que tampoco él ha ganado nada. Quien no sea capaz de enmienda debiera echarse a un lado porque pronto harán falta firmeza y convicción para evitar el próximo asalto. En cuanto el gobierno, sea cual sea, tome medidas económicas ineludibles, le estallará la calle. Se levantará en desacato el poder territorial y municipal separatista y neocomunista.
Intentarán que ardan las calles de España aquellos que han fracasado en el asalto parlamentario. Su revés este domingo ha sido inmensa suerte y un regalo. Que es este plazo de enmienda. Es solo tiempo y no mucho. Pero es una oportunidad para cambiar formas, política y circunstancias y recomponer emociones comunes amables que sustituyan la frágil cohesión del miedo. Serán necesarias en la lucha contra esta peste del neocomunismo que ya prepara su siguiente acometida.
ABC – 28/06/16 – HERMANN TERTSCH