Editorial, EL CORREO, 26/9/12
CiU se propone incrementar su hegemonía con unas elecciones marcadas de antemano
El presidente de la Generalitat, Artur Mas, se dirigió ayer al Parlamento de Cataluña para anunciar la convocatoria de unas elecciones plebiscitarias en doble sentido: porque han sido convocadas para ratificar en las urnas el auge soberanista y porque persiguen incrementar el respaldo electoral de CiU hasta alcanzar la mayoría absoluta. Parecería coherente que Mas proceda de este modo, dado que el ‘programa’ que él y su partido defienden ahora nada tiene que ver con la oferta electoral de 2010 ni con la política de alianzas desplegada desde entonces, de entendimiento con el PP catalán. Pero es precisamente esa drástica mutación lo que el presidente de la Generalitat y de CiU intentó sortear imputando las causas de su cambio de rumbo al rechazo del pacto fiscal por parte de Rajoy y al «millón y medio» de catalanes que se manifestaron en la Diada. Confiado en que los electores convergentes secundarán su proyecto, Mas trata de arañar voto marcadamente independentista para redondear su triunfo. Al situar las causas de las graves dificultades financieras por las que atraviesa la Generalitat en la «deslealtad» del Gobierno central -tanto de Zapatero como de Rajoy- y en la herencia recibida del ‘tripartito’ Artur Mas no solo eludió toda responsabilidad anterior en la conformación del «oasis catalán» por parte del pujolismo, sino que se sacudió el fiasco político que supone convocar elecciones cuando no se ha gobernado ni durante dos años. Mas expresó su deseo y su confianza en que los «objetivos nacionales» de Cataluña serán alcanzados durante la próxima legislatura. Él y la cúpula pospujolista de su partido están convencidos de que al enarbolar un programa maximalista a tan corto plazo quedan exentas de juicio tanto su acción de gobierno como su actuación después del 25 de noviembre. El aturdimiento que afecta al PSC, el ineludible alineamiento de ERC con dicho programa y la difícil ubicación de ICV entre la izquierda y el soberanismo convierten la campaña electoral en una dialéctica polarizada entre CiU y el PP, entre Cataluña y Madrid. Sobró el rictus de sacrificio personal con el que Mas anunció que una vez alcanzadas sus metas no volverá a postularse como candidato a la presidencia de Cataluña. Faltaron las explicaciones sobre cómo va a solventar la Generalitat sus insoslayables problemas de liquidez y deuda mientras se aventura por una senda tan temeraria.
Editorial, EL CORREO, 26/9/12