- Ninguna región de España tiene futuro al margen de la Unión Europea y la moneda única, ni el dopado País Vasco podría sostenerse un solo día como Estado independiente, tan solo el déficit de las pensiones consumiría el 33% de su presupuesto
El PNV disfruta en silencio, lo contrario no estaría bien visto, de la penúltima prebenda obtenida de Sánchez. El decreto que regula el reparto por toda España de los cientos de menores no acompañados acogidos en Canarias, impedirá la llegada de nuevos inmigrantes al País Vasco. Una cosa es que el Lehendakari haya ido en agosto a Idaho a repartir dinero para clases de danzas y vascuence a los tataranietos de algunos vascos y otra bien distinta emplearlo en atender a malienses o marfileños.
Etnicismos aparte, el PNV nunca ha tenido un proyecto de país, lo que sí ha tenido –bien diseñado y ejecutado hasta el inicio de su declive– ha sido uno de partido para atender principalmente los intereses de sus afiliados y simpatizantes. Como todas las formaciones que han hecho del oportunismo y la deslealtad su modo de vida, ha necesitado justificarse en cada circunstancia histórica. En 1936, tras dudar entre la conveniencia de sumarse a los alzados o apoyar al Gobierno de la República, hicieron cuentas y el banderín de enganche fue el estatuto obtenido finalmente el 1 de octubre. Derrotados los gudaris del Ejército vasco en Guipúzcoa y Vizcaya, se rindieron en Santoña ante las tropas italianas, nada importó la traición al Gobierno que les había dado la autonomía.
Finalizada la dictadura, en la que fundamentalmente se dedicaron a hacer buenos negocios y a la política de salón, llegó la Transición y aceptaron a regañadientes la Constitución. A cambio de su abstención, el banderín fue en esta ocasión el concierto económico, un privilegio insolidario con el resto de españoles que, cada cinco años y mediante el Cupo, cuadra el PNV a su gusto con el ministro de Hacienda de turno.
Más tarde otros banderines tomaron el relevo, primero el Estado libre asociado y después la bilateralidad o el derecho a decidir. Trampantojos que, acompañados de una política educativa y cultural al servicio del separatismo, afianzaron un poder que les ha permitido sacar tajada de manera permanente. Siempre aprovechándose de su sobrerrepresentación electoral, de la fiebre del terror, de la febrícula de la ruptura y, cómo no, de las vergonzantes necesidades del PP y del PSOE que han exprimido a conciencia.
Todo le ha ido muy bien al PNV hasta hace un par de años, pero su victimismo ha caducado. La siembra del odio a España se les ha ido de las manos, la cizaña ha crecido de tal manera que ya les ahoga. Ninguna región de España tiene futuro al margen de la Unión Europea y la moneda única, ni el dopado País Vasco podría sostenerse un solo día como Estado independiente, tan solo el déficit de las pensiones consumiría el 33% de su presupuesto. Sin la contribución del resto de españoles a los que tanto menosprecian, la Comunidad Autónoma Vasca estaría quebrada hace muchos años. Siendo plenamente conscientes de todo esto, han preferido seguir engañando a la gente con el cuento de la independencia y el derecho a decidir con el único propósito de continuar en el machito.
Engañaron tanto envenenando las aulas y colonizando los medios de comunicación durante tanto tiempo, que han logrado convertir en verdad la mentira repetida mil veces y ahora ya no hay marcha atrás. El resultado está a la vista, los herederos de ETA se alzan con el santo y la limosna servida en bandeja. Su avaricia ha roto el saco y Bildu ha recogido el testigo con habilidad vendiendo mejor el «hecho diferencial» ocultando su sangriento pasado disfrazados de progresismo, ecologismo, feminismo y demás ‘ismos’ en boga. No lo lamento por el PNV, se han beneficiado de sus mentiras demasiado tiempo y en el pecado llevarán la penitencia, pero sí lo siento por la sociedad vasca, tan degradada moralmente que ha terminado por encumbrar el mal banalizando el terror. Una lástima que, culpables o no, las consecuencias del relevo vayamos a padecerlas todos sin excepción.
Posdata: En mi último artículo criticaba la pasividad y la cobardía de las autoridades vascas ante la profusión de pancartas, homenajes y manifestaciones de apoyo a terroristas de ETA. Concluido el de hoy, leo el siguiente titular «El Gobierno Vasco pide a juristas un estudio sobre cómo actuar con las pancartas de ETA» la noticia comienza así: el Departamento de Justicia y Derechos Humanos ha encargado a un grupo de «expertos al más alto nivel en derecho constitucional y de reconocido prestigio…». Sobran los comentarios, ciertamente nuestras «autoridades» nos toman por idiotas. Entre los que las ponen y los que no las quitan otro síntoma más de nuestra decadencia.
- Carlos de Urquijo fue delegado del Gobierno en el País Vasco