Las direcciones del PNV de Andoni Ortuzar y del PSE-EE de Idoia Mendia ultiman un acuerdo programático para cerrar la composición de un Gobierno de coalición en Euskadi liderado por Iñigo Urkullu. Una alianza que recupera la fórmula de gobierno que consolidó el autogobierno en Euskadi desde 1987 a 1998 con José Antonio Ardanza como lehendakari y en un dramático escenario político y social condicionado por el terrorismo de ETA.
Dieciocho años después, las delegaciones de ambos partidos confiaban ayer en «salvar los obstáculos» que aún existen para oficializar un acuerdo que ya se da por hecho en Euskadi, después de que ambos partidos hayan convocado a sus órganos de decisión más importantes para sendas reuniones extraordinarias el próximo lunes.
PNV y PSE-EE han blindado sus conversaciones hasta el punto de evitar confirmar o desmentir el desarrollo de los encuentros y oficialmente mantienen que las conversaciones siguen abiertas y la fórmula de colaboración sigue sin estar cerrada. Pero en el seno de ambos partidos se da por seguro que Urkullu retocará la distribución de carteras en su propio Gobierno para facilitar la incorporación de dos consejeros socialistas, que en ningún caso será la actual secretaria general, Idoia Mendia.
Paradójicamente, la imagen del día de hoy no será la de Idoia Mendia estrechando la mano de Andoni Ortuzar, sino la del primer encuentro oficial de la secretaria general de los socialistas vascos con el presidente de Sortu y portavoz de EH Bildu, Arnaldo Otegi. Una aparente contradicción que visualiza los cambios introducidos en la política vasca en el arranque de la nueva legislatura que, con el Parlamento vasco ya constituido, tendrá lugar con la sesión de investidura del próximo miércoles 23, en la que Urkullu será reelegido con los votos del PNV y del PSE-EE.
Nacionalistas y socialistas tendrán que hilar muy fino en su acuerdo programático para salvar las enormes diferencias que públicamente han mantenido en los últimos 18 años sobre aspectos troncales en la política vasca, como el desarrollo del autogobierno, las políticas de paz y convivencia y el relato sobre los 40 años de terrorismo etarra en el conjunto de España.
El PNV encomendó a una delegación compuesta por el portavoz del Gobierno vasco, Josu Erkoreka; el secretario general de Lehendakaritza, Jesús Peña, y los dirigentes nacionalistas Joseba Egibar y Koldo Mediavilla, el cometido de desbrozar una doble vía de negociación con el PSE-EE y con EH Bildu tras los resultados electorales del 25-S. Ese día quedó ratificada la solidez electoral del PNV (28 parlamentarios) frente a formaciones como EH Bildu (18) y Podemos (11). Estas formaciones han sido incapaces de sumar para erigirse en una alternativa de gobierno, pero tienen capacidad para condicionar el nuevo juego de mayorías en la Cámara vasca ante la debilidad del PSE (9 parlamentarios) y del PP de Alfonso Alonso.
Durante mes y medio, el PNV ha gestionado el calendario, ha implantado la agenda y ha impuesto un silencio denunciado, entre otros, por el ex ministro Alfonso Alonso, que subrayó el «oscurantismo» de las negociaciones entre la delegación nacionalista y la conformada por los socialistas José Antonio Pastor, Iñaki Arriola, Miguel Ángel Morales y Begoña Gil, número dos del equipo de Mendia y esposa del ex lehendakari Patxi López.
La convocatoria de la Asamblea Nacional (máximo órgano de dirección del PNV) y del Comité Nacional socialista se produjo tan sólo 24 horas después de que el PNV comunicara públicamente que le resultaba «imposible» alcanzar un pacto de gobernabilidad con EH Bildu por la imposibilidad de aceptar sus reclamaciones sociales en su prioridad de ajuste presupuestario y control del déficit. Un más que previsible rechazo a la coalición liderada por Arnaldo Otegi que los nacionalistas, sin embargo, endulzaron hasta el punto de dejar abiertas posibles vías de negociación tanto en políticas sociales como, especialmente, en la reclamación de un mayor autogobierno y en la reclamación de propuestas como el fin de la dispersión de los miembros de ETA encarcelados en España.
Enfrente, Idoia Mendia se ha comprometido, por activa y por pasiva, a impedir cualquier «aventura» que conlleve facilitar que el Parlamento vasco o incluso el Gobierno se conviertan en agentes activos a favor del denominado derecho a decidir, la reivindicación actualizada de un proceso de ruptura con el actual marco político articulado por la Constitución y el Estatuto de Gernika. Precisamente, las posiciones teóricamente antagónicas entre los compromisos electorales del PNV en esta reivindicación y los mantenidos por Mendia y su equipo constituyen la clave sobre cómo empastar en un Gobierno de coalición propuestas contradictorias. Los socialistas, que detectaron en 1998 cómo el PNV cocinaba el Pacto de Estella mientras compartían Gobierno, están decididos a volver a un Ejecutivo con un lehendakari nacionalista.