Xavier Vidal-Folch -El País
Rajoy no lanzó ni una mísera propuesta, más que a corto plazo: subir algo las de viudedad, y eximir del IRPF a las mínimas
Prometió Mariano mucha sostenibilidad (a largo plazo) de las pensiones, y no hubo nada. No lanzó ni una mísera propuesta, más que a corto plazo: subir algo las de viudedad, y eximir del IRPF a las mínimas.
Poca tirita para ahogar tanta protesta. Y para taponar tanta hemorragia: ingreso menguante, gasto creciente. La describió bien: el coste de las pensiones es ya el 29% de todo el gasto público, ocho puntos más que hace diez años, el doble que la sanidad.
Se enzarzó con otros portavoces por el tamaño de las tiritas presupuestarias: allegar un impuesto aquí, pagar a las viudas con otro bolsillo, eximir a unos o a otros.
Proliferaron las salidas arbitristas: no ponga dinero en autopistas quebradas y le llegará; aporte una parte del rescate bancario y seremos felices. Cómo encajaba todo. Qué lindas son las varitas mágicas.
No crean los cuentos. Se pueden urdir chapuzas temporales, claro. Pero el problema de la difícil sostenibilidad de las pensiones no lo abordó nadie.
Solo tiene dos vías de solución. Una es ampliar aún más la edad de jubilación (al compás de cuánto crece la esperanza de vida), lo que el PSOE hizo cuando en 2011 era aún el PSOE, elevándola a 67 años (para 2022): lo lógico, pero que aterroriza a todos, por el temor al castigo electoral.
Y la otra es quebrar la precariedad laboral, de forma que un empleo de calidad (todos decían añorarlo) nutra la hucha de las pensiones con nutridas cotizaciones.
Eso implica sobre todo guillotinar el fraudulento abuso de la temporalidad: en España el número de trabajadores sin contrato fijo asciende al 27,4% del total (Eurostat, mayo de 2017), casi el doble que la media europea (14,2%). Más del 90% de los nuevos contratos es temporal.
Para acabar con ese fraude no se requieren sonrisas, sino multas, crueles, abultadas, desincentivadoras: falta una ley.
Sostiene Mariano que el crecimiento y el empleo son la clave para asegurar pensiones dignas. En teoría, sí. En la práctica, la Autoridad Fiscal (AIReF) calcula que solo si el PIB crece al 3,9%, como en el gran periodo 1998/2007, las pensiones podrían competir con la inflación desde 2020.
Alegaba Mariano que su crecimiento en torno al 3% bastaría. Pero es que además no es suyo. Sino europeo, gracias a los vientos de cola: petróleo barato, tipos del euro a cero… Es inferior al 4,8% irlandés, al del Este (5,3%), al polaco (5%). Y alardea de nuevo con sus reformas estructurales.
Basta de comedia. Analicemos punto por punto sus fracasadas reformas.
Hoy empezamos por la laboral. Su primer objetivo, abaratar el despido, lo han tumbado los tribunales (ocho de cada diez sentencias dan la razón en ello a los trabajadores). El segundo, acabar con la ultractividad de los convenios (prórroga, si no hay pacto) lo derribó el Tribunal Supremo en diciembre de 2014. Las políticas activas de empleo naufragan: los servicios públicos recolocan a un 3% de sus clientes; los privados, un 11%. Y España, incapaz, ¡devuelve a Bruselas dinero de la garantía juvenil!
Poca tirita. Y defectuosa.