EL MUNDO – 09/04/16
· Iglesias consultará a las bases pero amenaza con dimitir si votan por un gobierno sin Podemos.
· Reta al PSOE a que consulte a las suyas.
· Hernando: «Les importa un bledo el acuerdo».
Pablo Iglesias despertó ayer a Pedro Sánchez de la ensoñación de formar un Gobierno yendo de la mano de Podemos y Ciudadanos y le señaló con el dedo la cruda realidad: salvo una pirueta de los acontecimientos, o dos, los españoles están abocados a volver a las urnas el próximo 26 de junio, en la primera repetición de unas elecciones generales de la democracia.
Asumido ese escenario electoral, el líder de Podemos lanzó de inmediato su estrategia de campaña. Por un lado, convocó un referéndum entre sus bases sobre los pactos, que podrá utilizar como escudo ante el electorado y como parapeto ante la previsible batalla contra sus rivales políticos por el reparto de las responsabilidades por las nuevas elecciones. Y, por otro, enarboló la bandera de un Podemos progresista y socialdemócrata frente a un PSOE que habría dejado de serlo tras renunciar a su programa, maniatado por el partido de Albert Rivera. «El PSOE ha viajado al país de Ciudadanos, le han secuestrado el pasaporte y no puede salir de ahí», argumentó.
Así, la campaña de Podemos ya se puede dar por inaugurada. Y el primer acto habría tenido lugar ayer en el Congreso, con Iglesias revestido de solemnidad para dar el portazo a Sánchez. Quiso arroparse de hasta 11 destacados dirigentes del partido y del grupo parlamentario para dar una imagen de unidad –después del desgaste por su crisis interna– y coger impulso para la nueva carrera electoral. Hoy continuará con él con los círculos de Cataluña e Íñigo Errejón activando a los grupos parlamentarios en una reunión en Navarra.
El primer capítulo de esta estrategia electoral es la consulta a la militancia. De manera oficial, no se puede afirmar todavía que Podemos ha enterrado definitivamente las opciones de Sánchez de ser presidente. El peso de esa decisión se ha endosado a las bases del partido, que entre los días 14 y 16 de abril están llamados a votar en un referéndum cuyo resultado se comunicará el lunes 18. En él, los cerca de 400.000 inscritos tendrán que responder a dos preguntas. Una sobre el acuerdo de PSOE y Ciudadanos: «¿Quiere un Gobierno basado en el pacto Rivera-Sánchez?». Y la segunda sobre la posición planteada por Iglesias: «¿Está de acuerdo con la propuesta de Gobierno de cambio de Podemos-En Comú Podem-En Marea?».
Los militantes inscritos que tienen que responder las dos preguntas vienen situándose marcadamente a la izquierda en todas las ocasiones que han tenido que pronunciarse hasta ahora, como resoluciones o programas electorales. Mientras que los votantes, según dibujan los estudios del CIS, tienen un perfil mucho más transversal y heterogéneo. Por ello, se antoja muy difícil que la opción favorita de Iglesias no se imponga con relativa comodidad, lo que seguramente implicará nuevas elecciones. Iglesias aseguró que acatará con disciplina el veredicto. «Lo que digan las bases será un mandato», afirmó, así que los diputados de Podemos tendrán que asumirlo como una «obligación».
Eso no incluye a los parlamentarios de las confluencias. La catalana En Comú Podem y la gallega En Marea no están vinculadas a la consulta y su hoja de ruta para decidir la marcarán sus coordinadoras.
La postura de Iglesias es muy clara. «No» rotundo a la primera pregunta y un «sí» a la segunda. Pero si la invitación a las bases para imitarlo no fuera suficiente, el líder de Podemos metió más presión al amenazar veladamente con dimitir si sale un resultado distinto que contradiga su posición en las negociaciones.
Lo lógico –argumentó– es que «todos los dirigentes tengan que asumir responsabilidades», dijo, ampliando el abanico de salidas. Sin embargo, evitó conjugar en varias ocasiones el verbo «dimitir», aunque lo insinuó en todo momento.
Asimismo, el líder de Podemos retó abiertamente a Sánchez a hacer lo mismo que él y someter a consulta de las bases del PSOE las únicas dos opciones que, según sostiene, están sobre la mesa. Una sobre el pacto que tiene con Ciudadanos y otra sobre la oferta hecha por Podemos. «Ojalá», dijo, «¿no sería precioso?».
Iglesias rodó también el segundo capítulo de la estrategia electoral. Ante el escaparate del Congreso y la expectación generada tras 15 horas de silencio desde el final de la reunión a tres, el líder de Podemos recuperó el perfil de candidato y lanzó los primeros mensajes duros contra sus rivales políticos por el fracaso de las negociaciones. Especialmente punzantes contra el PSOE, anticipando la batalla por el relato y la disputa del electorado. Iglesias presentó su portazo a Sánchez no como el rechazo a un presidente con políticas socialistas, sino como una contestación a «un Gobierno de Rivera presidido por Sánchez». O sea, un «no» a un programa que no revierte las políticas de Mariano Rajoy. En ese sentido, contrapuso un PSOE maniatado y «secuestrado» por las políticas de derechas frente a un Podemos idealista y fiel, que no renuncia a sus «principios» ni regala «cheques en blanco».
La pelea está servida y ha comenzado de manera abierta. Consciente, Iglesias tiene diseñada una ruta con Pablo Echenique para recorrer las autonomías. La excusa es la nueva etapa en la organización, pero tiene aires de ser un ejercicio para despertar a la militancia y movilizarla de cara a tomar la calle contra la abstención, uno de los miedos de Podemos.
EL MUNDO – 09/04/16