Podemos debe marcar distancias de forma expresa con el entorno etarra

EL MUNDO 19/05/15 – EDITORIAL

· Algo mal debe de estar haciendo Pablo Iglesias para que algunos de los asesinos más execrables de la banda terrorista ETA lo consideren no sólo como una referencia política, sino también como la única esperanza de conseguir una nueva «hoja de ruta» que acelere la salida de los presos etarras de las cárceles. «Si gana Podemos, cambiarán las cosas, eso seguro», declara un histórico dirigente de la banda encarcelado en una de las conversaciones internas a las que ha tenido acceso EL MUNDO. «Con los otros dos [PSOE y PP] no, porque hay cuestiones de Estado que no cambian», remata. Para conseguir ese objetivo, algunos presos creen necesario que Bildu no se presente a las próximas elecciones generales y que Podemos capitalice así el voto abertzale.

Además, de cara a los comicios municipales y autonómicos, algunos líderes de Podemos, como Laura Pérez Ruano, candidata por Navarra y partidaria de pactar con los independentistas, o Nacho Murgui, el segundo de la lista de Ahora Madrid, son considerados por los reclusos como simpatizantes con su causa. En concreto, Murgui es calificado como «el más cercano de todos».

Es cierto que no hay que responsabilizar a Pablo Iglesias por la opinión del colectivo de presos etarras y que la pasada semana ya declaró en RNE –y ayer lo reiteró– que es imprescindible que Bildu condene a ETA si quiere sentarse a negociar cualquier acuerdo postelectoral, pero llama la atención la «decepción» con la que fueron recibidas esas declaraciones por Hasier Arraiz. El portavoz de la coalición abertzale, que definió el sábado a los terroristas de ETA como «hombres y mujeres capaces de entregar la vida por un sueño», considera a Podemos como un «aliado» en la llamada Vía vasca, que pretende alcanzar la independencia a través del derecho a decidir. Por eso, Podemos no puede mantenerse en este caso en la calculada ambigüedad política en la que se mueve en otras cuestiones con fines electorales y debe marcar distancias expresamente con esa parte de la izquierda independentista que continúa considerando los asesinatos de ETA como acciones políticas.

Seguramente, a Pablo Iglesias le pesarán ahora aquellas palabras pronunciadas públicamente en una herriko taberna hace dos años con las que quiso ensalzar a la izquierda abertzale y a ETA por haber sido las primeras en rebelarse contra «la legalidad española» instaurada en la Transición, desde donde es imposible ejercer, argumentaba, determinados derechos democráticos. Con más determinación con la que lo está haciendo en otros aspectos de su programa político, Iglesias debe dejar claro que, aunque pueda compartir posiciones legítimas con la izquierda independentista, el camino de moderación y responsabilidad iniciado hace unos meses por su formación pasa por una condena sin matices de la actividad terrorista de ETA. Por respeto a las más de 900 personas asesinadas, al resto de las víctimas y a todos los que llevan años luchando contra los asesinos, desde el respeto a la ley y a los valores democráticos.

En ese sentido, hay que celebrar que Podemos se negase a participar ayer en Vitoria en el muro popular que pretendía sabotear la detención de los tres miembros de Segi condenados por integración en banda armada. El secretario general de Podemos en Euskadi, Roberto Uriarte, declaró que su formación no tiene «nada que ver con el mundo de Segi, de Bildu y de los herederos de la violencia». Ésa debe ser al actitud de todos los líderes de la formación. La derrota de ETA no ha sido aún consumada y es necesario un esfuerzo de pedagogía democrática que deslegitime el uso de la violencia con fines políticos. Si Podemos tiene ese predicamento en este entorno social, puede aprovecharlo para defender los principios democráticos.