Gorka Maneiro-Vozpópuli

Nueve años después de su nacimiento, Podemos ha sido definitivamente desactivado y finiquitado, al menos como partido político; y la responsable de darle la estocada final ha sido Yolanda Díaz, la líder política personalmente elegida por Pablo Iglesias para sucederlo y para que se convirtiera, según dijo, en la primera mujer presidenta del Gobierno de España. Pero Yolanda Díaz no ha sido solo quien, con su movimiento político Sumar, ha desactivado a Podemos, sino que, a través del modo en que ha procurado y logrado la desintegración de la formación morada en su seno, la ha humillado. Y sin compasión alguna. Es la particular venganza de Iñigo Errejón, ese peronista de rostro amable y homilía paternalista y demagógica que encaja más en la nadería de Yolanda que en el diente afilado de Pablo Iglesias.

Prevaleció siempre el oportunismo, la demagogia y el populismo (además del afán de venganza, que no la búsqueda de la justicia)

Podemos ha pasado de ser un movimiento político transversal dispuesto a representar a todos los ciudadanos decepcionados con la vieja política y asaltar los cielos, librarnos del bipartidismo y gobernar España… a diluirse como un azucarillo en un vaso de agua en un conglomerado de partidos populistas donde ellos no son ni siquiera uno más, dado que, salvo sorpresa de última hora, ninguno de sus líderes va a tener opciones de seguir siendo diputado o senador en las Cortes Generales. Yolanda es la nueva líder de la izquierda populista, que ya solo aspira a mantener a Sánchez en el Gobierno de España.

En el camino transitado por Podemos, inicialmente liderado por profesores universitarios, politólogos y sociólogos, prevaleció siempre el oportunismo, la demagogia y el populismo (además del afán de venganza, que no la búsqueda de la justicia). Pero a través de la habilidad de sus portavoces para engatusar a la parroquia, logró alcanzar altas dosis de predicamento social, favor mediático y representación institucional. Es cierto que algunos no caímos en su engaño e incluso alertamos del peligro para la convivencia que su surgimiento y su posible consolidación política suponían, pero millones de ciudadanos lo creyeron al inicio para verse después decepcionados, una vez cayeron del guindo y comprobaron que era peor el remedio que la enfermedad que supuestamente venían a curar. Después se produjeron las dimisiones, los abandonos y las defenestraciones, pero mientras estuvo Pablo Iglesias hubo esperanza, dadas sus habilidades políticas y porque seguía contando con el apoyo entusiasta de no pocos medios representantes de la izquierda boba. Pero la mentira tiene las patas muy cortas. Y los errores políticos se pagan.

Mientras Irene Montero y Ione Belarra ardían en el infierno víctimas de sus errores políticos, sus excesos y su paso por el Gobierno, Yolanda solo tuvo que callar, esperar un tiempo y aprovecharse del batacazo morado

Desde la jubilación precipitada de Pablo Iglesias y su elección de Yolanda como su sucesora, todo ha ido empeorando para Podemos. Porque la líder supo aprovechar la ola del apoyo mediático a su movimiento Sumar, el protagonismo concedido por Pedro Sánchez para perjudicar a Podemos y su capacidad para no decir nada y engañar a parte del personal. Mientras Irene Montero y Ione Belarra ardían en el infierno víctimas de sus errores políticos, sus excesos y su paso por el Gobierno, Yolanda solo tuvo que callar, esperar un tiempo y aprovecharse del batacazo electoral de Podemos. A continuación solo tuvo que pasarse a recoger los escombros, y no todos. Es lo que Pablo Iglesias denomina ahora «campaña violenta orquestada por la derecha» en apoyo de su sucesora.

Irene Montero acaba de ser defenestrada por Yolanda Díaz, que la quiere lejos de su proyecto. Es en parte comprensible, puesto que considera a ella y a otros líderes podemitas como lastres políticos a evitar, a pesar de que se lo debe todo. Son las cosas de la política actual: hoy estás en la cumbre y mañana en el contenedor de reciclaje, o ni siquiera eso. Peor ha sido lo de sus propios compañeros, que han terminado aceptando su disolución en Sumar y el veto a Montero a cambio de nada. Lo último que han llegado a decir es que «ojalá lo reconsideren». De exigir primarias para llegar a un acuerdo con Sumar a rogar que le hagan un hueco a su principal activo político, por mucho que a muchos nos parezca mercancía averiada. Ha sido una enorme humillación política.

Ahora la nueva política es pillar escaño para vivir a cuerpo de Rey; el objetivo del PSOE, salvar las siglas; y ser de izquierdas, pactar con los regionalistas y nacionalistas que quieren romper España, esa contradicción en los términos que empieza a ser natural por habitual. Cosas chulísimas.