Miquel Giménez-Vozpópuli
  • Cría Yolandas que se comerán tu partido. A Podemos se lo merienda el proyecto de Yoli, la de las cosas chulísimas

Lo leíamos en la encuesta elaborada por Hamalgama Métrica que esta casa publicó ayer. El paripé de Yolanda, que no otra cosa es, consigue dejar a los podemíticos, podemíticas y podemítiques en los huesos. Casi el 50% de los votos de los morados se irían a ese invento hecho a base de gaseosa, mechas y trajes sofisticados llamado Sumar. Porque es un invento, evidentemente. Ahí siguen estando los de siempre: Ada Colau, Errejón, Jaume Asens, Rita Maestre, la médica y madre Mónica García, los de Compromís con Baldoví que te ví y alguna que otra comparsa más. Es decir, el comunismo de siempre que no deja de reinventarse una y otra vez en lo que respecta a marcas y logos desde aquella ocurrencia de Berlinguer porque lo que interesa es esconder que son lo que son y no dan para más.

Ni que decir tiene que la traición va de suyo en el ADN de la banda de la hoz y el martillo. Repásense ustedes las purgas de Stalin en aquellos llamados juicios de Moscú durante la década de los treinta y verán lo que es canela fina. Igual que Jrushov traicionó posteriormente a Beria, Malenkov y Bulganin y así hasta llegar a aquel Gorbatxev tan odiado en la URSS como alabado por Occidente. Aquí les ha pasado lo mismo y les seguirá pasando mientras el comunismo exista. Tienen una tendencia al odio y a la destrucción exquisitamente democrática: igual se cargan a los demás que a los suyos. Ahora lo hacen de manera pacífica, lo que es de agradecer, pero la pulsión ahí está y no puede evaporarse. Reconozcamos, sin embargo, la escasísima cintura del profesor Iglesias que no ha sabido lidiar con su antigua protegeé Yoli. Eso, y que se ha empecinado en mantener a Irene Montero y Ione Belarra en un gobierno, el de Sánchez, al que le viene de molde presentarse ante los electores como la parte moderada del engendro que lleva arruinando España hace años. “No, si la culpa la tenían éstas dos” es capaz de decir el maniquí monclovita con aire de quien no ha roto un plato en su vida.

Iglesias se ha empecinado en mantener a Irene Montero y Ione Belarra en un gobierno, el de Sánchez, al que le viene de molde presentarse ante los electores como la parte moderada del engendro que lleva arruinando España hace años. “No, si la culpa la tenían éstas dos” es capaz de decir el maniquí monclovita con aire de quien no ha roto un plato en su vida»

Y es que el pacto de gobierno que firmó con el líder de Podemos estaba escrito con tinta envenenada. Yo no puedo echar a nadie de los tuyos. Échalos tú. E Iglesias, que piensa buenamente que nació del muslo de Júpiter, se creyó omnipotente. Pero ahí tienen a Belarra y Montero, a Pam y a Rossell, en el ojo del huracán con la ley del sí es sí y los delincuentes favorecidos por su ignorancia legislativa y su cazurrería a la hora de admitir que se equivocaron. Iglesias no ha tenido redaños de cesar a la madre de sus hijos – amosamos, quien intenta que diría José Mota – y Yolanda, alentada por Sánchez, que tiene más peligro que un cocodrilo a dieta, ha organizado un armatoste sin bases, sin cargos intermedios, sin propuestas, pero con el grupo de los habituales abajo firmantes defendiéndola y apuntándose a lo de Yoli. Nadie quiere unirse al caballo que va perdiendo. Y Colau tiene unas elecciones vitales este mayo. Y la médico y madre. Y Rita. Y Errejón, porque viven de esto y no quieren ponerse a trabajar a estas alturas.

La verdad es que Yoli tiene su campaña, la de las generales, prácticamente hecha. Con decir que quiere ser la primera presidenta del gobierno en la historia de España le basta y le sobra para que los despistados que todavía no se han dado cuenta de lo que son realmente estas gentes le den su voto. Con sus maneras modositas, su buen vestir, su dulce acento gallego, la señora de las cosas chulísimas recaba, según la encuesta, 2.239.683 votos. Iglesias, que aun no se ha enterado que le han tomado el Palacio de Invierno a base de Farmatint, sigue exigiendo acuerdos, y pactos, y listas conjuntas. Dios, al que tanto les gusta vejar y negar, suele cegar a quienes desea perder.

Pablo, por lo que se ve, ni puedes ni sumas. On verra.