Después de un verano bastante desaparecido y tras quedar marginado en este juego de la investidura de Mariano Rajoy, Pablo Iglesias se enfrenta mañana a su gran oportunidad para recuperar el protagonismo que se ha ido dejando Podemos desde las elecciones de junio. Es su escaparate ideal para acaparar de nuevo los focos. Porque lo hará, como más le puede gustar, para enfrentarse al líder del PP. Aquel a quien comenzó azotando en los platós de televisión, cuando se consagró como un tertuliano estrella para una parte de la izquierda, y al que ahora podrá censurar cara a cara en el Congreso por las políticas de recortes, la corrupción de su partido, la precarización del empleo o el aumento de la desigualdad.
El líder de Podemos guarda todavía con recelo las líneas maestras de su intervención, que está terminando en las últimas horas con su equipo, pero en consonancia con el discurso de su formación durante los últimos meses se promete un Iglesias «muy contundente» y «firme» con el PP y Ciudadanos, a la vez que se mostrará conciliador con el PSOE.
Iglesias subirá a la tribuna para pedirle a Pedro Sánchez que aguante las presiones internas y externas en su partido y mantenga su negativa a Rajoy; y le animará vivamente a que lo haga si es para liderar a partir del viernes una alternativa por la izquierda junto a Podemos. No es ninguna sorpresa. Es el discurso que vienen repitiendo machaconamente cada uno de los dirigentes del partido morado desde el 27 de junio. Ayer mismo, por boca de su portavoz en el Congreso, Íñigo Errejón: «Nosotros no nos resignamos, hay otra posibilidad», proclamó, «se abre otra alternativa que es la misma que ha estado siempre vigente y para la cual sólo hace falta voluntad política».
Así pues, Podemos afronta el debate de investidura celebrando de antemano «que va a ser felizmente fracasada» para Rajoy y confiando en que tras la votación del viernes se dé esa «segunda oportunidad». «El ingrediente fundamental es que el PSOE decida caminar con nosotros y decida dar un paso adelante. Si lo da, vamos a estar al lado», se subraya en Podemos, que urge al PSOE a tener «flexibilidad» y «empeño» para intentarlo en el periodo que se viene por delante.
Más allá del ruido que puedan generar, las críticas a Rajoy no van a tener tanto calado político en las intervenciones de Iglesias como los llamamientos que haga para reconstruir los puentes con el PSOE, en aras de allanar el camino a esa mencionada alternativa al PP. Sin embargo, los socialistas ayer mismo marcaban ciertas distancias con Podemos e insistían en que la formación de Iglesias les sigue produciendo bastante desconfianza.
La alternativa planteada por Iglesias pasa no sólo por un acuerdo PSOE-Podemos –que no es poco–, sino también por convencer a los independentistas catalanes de ERC y PDC –la antigua Convergència– de que voten a favor. Estos a cambio exigen un referéndum de autodeterminación en Cataluña.
Además de las palabras de Iglesias, Unidos Podemos pondrá a prueba su coralidad parlamentaria, que en esta legislatura incorpora la nueva voz de Alberto Garzón como representante de IU. La coalición de izquierdas tiene que repartir entre todos los socios los 30 minutos de intervención inicial y los 10 de la réplica. En principio, Iglesias contará con algo más de la mitad de ese tiempo, unos 17 minutos. En cambio, Garzón tendrá cuatro.
El segundo del grupo parlamentario con más tiempo va a ser el líder de En Comú Podem, Xavier Domènech, que contará con seis minutos. En ellos, ahondará como Iglesias en la necesidad de una alternativa por la izquierda para, según avanzaron ayer fuentes de la confluencia catalana, poder resolver «los tres principales problemas» de España: la justicia social, la corrupción y el derecho a decidir en Cataluña. Cerrará Alexandra Fernández (En Marea) con tres minutos.