Podemos se estrelló ayer en su moción de censura contra el PP en la Comunidad de Madrid, la que servía de ensayo general de la que se debatirá el próximo martes en el Congreso de los Diputados. Y sale tocado de un debate que ridiculizó por momentos el PP por tratarse de un «circo» y un «nuevo espectáculo» y sobre el que PSOE y Cs se pusieron de perfil.
El fiasco de Lorena Ruiz-Huerta como candidata alternativa pone ahora en alerta y en sobreaviso al secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, que será quien se postule frente a Mariano Rajoy con el único respaldo de ERC, Compromís y Bildu, es decir, 82 de los 350 diputados. En la antesala vivida ayer en Madrid el resultado de la moción fallida fue de 27 votos a favor (Podemos), 37 abstenciones (PSOE) y 64 votos en contra (Ciudadanos y PP: faltó la diputada popular Elena González Moñux, de baja por depresión).
Víctima de un efecto boomerang, la censura arrojada contra el PP acabó volviéndose en contra de Podemos. La sucesión de intervenciones de los consejeros de Cristina Cifuentes –hablaron todos menos ella– y el estilo brusco de la sesión desarmaron la estrategia de Podemos, que quedó enredado y atrapado en un debate martilleado por el tono bronco, embarrado y plomizo. Algo que a la postre logró diluir cualquier intento de dibujar una alternativa solvente a Cifuentes. «Hoy Podemos no puede», repitieron como un mantra todos los consejeros madrileños al concluir.
El partido morado era consciente de que no tenía los votos para ganar, pero su empeño estaba en arrancar al menos una «victoria moral» contra el PP. Sin embargo, hasta el grupo parlamentario sucumbió a la sensación de haber vivido una oportunidad perdida, en un debate que se prolongó durante 10 horas, y de no haber sido lo suficientemente contundentes para poner en apuros a la presidenta.
Valga de ejemplo una escena en los pasillos de la Asamblea durante el receso para comer: la portavoz de Podemos en el Congreso, Irene Montero, recriminaba ostensiblemente a María Espinosa, una de las diputadas de referencia del grupo parlamentario, la falta de mordiente. «Tenéis que golpear a Cifuentes», incidía, «el informe de la UCO, el informe de la UCO, el informe de la UCO». Una muestra de lo frío que dejó a los miembros de Podemos el discurso de su candidata, cuyo relato careció de empuje emocional y se perdió en tecnicismos y el tedio.
Sin victoria moral y con escaso impacto en los medios nacionales, la única nota positiva que saca Podemos de la moción de Madrid es el aprendizaje para no repetir los errores en el Congreso. Fuentes de Podemos lamentaban que el PP se hubiera salido con la suya de «convertir la sesión en un circo» para exhibir que «todo era una mentira».
La sensación entre de los dirigentes nacionales de Podemos presentes en el Pleno es que en el Congreso el PP va a repetir la «consigna» de «embarrar» el debate para contrarrestar a Iglesias. «Si el vicepresidente de Madrid ha utilizado un tono tabernero no sé por qué no lo va a hacer un ministro», señalaba uno.
El PP ninguneó el perfil político de la candidata de Podemos, a la que llamó todo el tiempo por sus dos apellidos para subrayar su linaje –Ruiz-Huerta García de Viedma–, y la desmereció como alternativa a Cifuentes por el hecho de que Podemos ni siquiera piense en ella para las elecciones autonómicas de 2019. «Tienen un paracaidista preparado para sustituirla en las próximas elecciones», dijo el PP en alusión a Íñigo Errejón, presente en la tribuna.
El debate arrancó con Ramón Espinar defendiendo una moción presentada por «decencia», ya que el PP «es una maquinaria de denigrar las instituciones», detallando los casos de corrupción que han asolado al PP de Madrid, Gürtel, Púnica y Lezo, y acusando a la presidenta de «ser una rana en la charca de Aguirre».
El portavoz del PP en la Asamblea de Madrid, Enrique Ossorio, le replicó que si «quiere ver personas que denigren las instituciones» debería mirar a sus compañeros de filas –sentados en la tribuna de invitados–, como al diputado «que cobró una beca sin ir a la Universidad», en referencia a Errejón.
Garrido siguió la misma línea y acusó a Podemos de montar «una feria de vanidades», «un espectáculo circense» y una «performance» para «la puesta de largo de la señora Ruiz-Huerta» a la que ha invitado «a sus amistades», tratando de sacar partido de su falta de relevancia pública. «Las fiestas de puesta de largo se pagan con dinero propio, no con dinero público», aseveró.
El PP usó el ataque como defensa utilizando réplicas constantes y respuestas por alusiones, que resultaron efectivas para amortiguar el monólogo previsto por Podemos. Sólo Jacinto Morano mostró cintura en sus réplicas, tratando de demostrar que Cifuentes es «intercambiable» con «la señora Aguirre y el señor González». «No nos haga creer que no es el antiguo PP», le replicaba a Cifuentes.
La candidata de Podemos a la Presidencia también martilleó a la presidenta con la corrupción, pero sobre todo intentó tejer un discurso más propositivo que el destituyente de Espinar, planteando nuevas medidas que versen sobre la «regeneración» de las instituciones frente a una «mafia» que lleva «funcionando durante décadas» y en un plan de acción contra las privatizaciones que han sido «el negocio y la rapiña» del PP.
En una intervención sobria y por momentos plomiza, Ruiz-Huerta intentó meter algo de mordiente tratando de desafiar a Cifuentes para que le replicara y, así, poder elevar el perfil político del debate. «Le emplazo a que suba a la tribuna», dijo en repetidas ocasiones. «Le rogaría que me mirara por una vez», insistió para llamar desesperadamente su atención, mientas la presidenta conversaba con miembros de su Gobierno. No prestaba mucha atención al debate, o al menos eso parecía.
La candidata de Podemos denunció que frente a una región «cuya seña de identidad es la corrupción», Podemos plantea mecanismos para regenerar la vida pública y detalló varias propuestas, como una Ley Antifraude o un impuesto a la riqueza.
En el PSOE cundió ayer la idea de que su incomparecencia en la refriega, y su abstención en la moción, les alzaba con la victoria en la pugna con Podemos por liderar la izquierda. José Manuel Franco, portavoz del PSOE, reprochó al PP y a Podemos el tono del debate parlamentario, ya que «los madrileños requieren debates serios, de los problemas que nos acucian».
Ciudadanos, mientras, fue un convidado de piedra. «Usted quiere cambiar gobiernos, no cambiar las cosas», le reprochó su portavoz Ignacio Aguado a Ruiz-Huerta en su breve intervención final, tras la que se certificó un corolario muy ad hoc, con la bancada popular abandonando el hemiciclo tras recriminarles Espinar que quieran regenerar la política cuando «vienen de robar». Cifuentes, que tenía pensado usar su turno de palabra al final del debate, justificó no hacerlo por el tono «bronco» que se había vivido, y del que el PP, aparentemente, sacó más provecho.