Podemos sigue riéndose de España

ABC 28/10/16
EDITORIAL

· Ayer no era día para las soflamas mitineras, sino para elogiar y agradecer el complejo papel que ha asumido el PSOE en la investidura

FORMALIZADO el anuncio hecho en el Congreso por el portavoz del Grupo Socialista de que su abstención en segunda votación, mañana sábado, permitirá a Rajoy ser investido presidente, la principal incógnita por despejar será el grado de permisividad que el PSOE demostrará para garantizar la gobernabilidad. Si el PSOE no se aviene a pactar leyes y reformas con el PP, la legislatura quedará abocada a un fracaso colectivo de corta trayectoria. Ayer sí quedó despejada otra incógnita sobre el alcance real del cainismo instalado en la izquierda. Pablo Iglesias ofreció efusivas muestras de que pretende adueñarse del liderazgo de la oposición con el argumento de que son los socialistas quienes de facto permiten que el PP gobierne. En el fondo subyace una encarnizada pugna por el control político de la izquierda sociológica española, que Podemos se ha propuesto abanderar con tóxicas dosis de demagogia populista, insultos, desprecio al Parlamento, falseamiento de la historia, manipulación del electorado y, en definitiva, un odio por la democracia exhibido con tics de rancio autoritarismo, incluido el numerito colegial de abandonar el hemiciclo durante cinco minutos. Iglesias no lo tenía muy difícil, y se limitó a hurgar sin piedad en la profunda fractura abierta en el PSOE, al que más allá de reprochar sus contradicciones, se afanó en ridiculizar. El PSOE se halla en uno de los trances más delicados de su historia, erosionado hasta los huesos por los errores tácticos de Pedro Sánchez. Sin embargo, el dato cierto es que el partido socialista es la segunda fuerza política, que el electorado castiga los bloqueos y que basta un elemental ejercicio de aritmética parlamentaria para comprobar que Podemos no solo no es mayoritario frente al PSOE, sino que no está dispuesto a hacer política, sino a arrasarla desde las instituciones.

Ayer no era día para las soflamas mitineras a las que nos ha acostumbrado Podemos hasta el aburrimiento, sino para elogiar y agradecer el complejo papel que ha asumido el PSOE para facilitar la investidura, a costa de un viraje que sus bases no comparten, y de la destitución de su propio secretario general. No obstante, se trata de un ejercicio de responsabilidad que debió haberse producido hace ya 310 días, y se habría ahorrado el coste de esta ruptura. El PSOE ha empezado a rectificar y acertará más en la medida en que más se modere en el futuro. Iglesias está demostrando ser un pésimo compañero de viaje, un desleal con la misma democracia que le permite ser representante de una soberanía nacional a la que desprecia y un táctico cuya única obsesión es destruir al PSOE. Caer en más trampas sería demoledor para la socialdemocracia real que merece España frente a este neocomunismo sectario y excluyente.