Jorge Volches-Vozpópuli

La izquierda desde 1848 ha aprovechado cualquier crisis como una oportunidad para tomar el poder y ejercerlo a su arbitrio

Es triste, pero así es la izquierda. Podemos ve en la crisis del coronavirus una oportunidad única para avanzar hacia el socialismo del siglo XXI. Los parámetros históricos que barajan son las dos guerras mundiales del siglo XX: momentos en los que la situación social y económica relegó la democracia liberal en pos de un Estado paternalista, omnipresente, confiscador y colectivista.

La táctica de la izquierda es equiparar la crisis de esta pandemia con la crisis económica de 2008. El argumento es que hace doce años no se tomaron medidas intervencionistas para “beneficiar al pueblo”, y fueron las clases populares las que sufrieron las consecuencias sociales: hambre, desahucios, desempleo. Mientras, “los de siempre”, la casta, el establishment, los ricos, siguieron viviendo bien.

El discurso puede calar fácilmente, piensan estos izquierdistas, porque remite a la memoria inmediata de la gente y a los orígenes de Podemos. Por esta razón, Pablo Iglesias escribió el 14 de marzo: “ninguna persona debe quedar desprotegida como ocurrió en 2008”, o Pablo Echenique soltó ese mismo día: “el impacto económico derivado de la epidemia no lo deben pagar los de siempre”.

Este discurso alimenta el miedo a la desprotección social tras la epidemia y justifica el intervencionismo del Gobierno en la actividad productiva, fiscalidad, bancos, protección laboral o vivienda. Todo ello al amparo del art. 127 de la Constitución y del decreto del Estado de alarma.

La gestión de la pandemia es una oportunidad para intervenir la propiedad privada, la banca y las transacciones económicas

El propósito lo resumió Íñigo Errejón el 14 de marzo: el Gobierno tiene que garantizar en la crisis “los servicios y suministros imprescindibles para todos”, porque hay que “evitar que la epidemia se convierta en crisis para las familias trabajadoras”. La gestión de la pandemia es una oportunidad para intervenir la propiedad privada, la banca y las transacciones económicas. Por eso piden la suspensión inmediata de los pagos de las hipotecas, los alquileres y el fin de los desahucios. Todo esto apelando al fantasma de 2008.

Ese repudio de la izquierda a lo privado -solo la propiedad de los demás, claro-, y el deseo de marginar a la derecha se concreta en su campaña actual por la sanidad pública. Colaron a un enfermero podemita -frustrado candidato de Isabel Serra– en unas entrevistas en televisión como si fuera “la voz de la sanidad”, culpando al PP de los “recortes” y de la falta de material. Todo, decía el entrevistado, en beneficio de la privada, de “unos pocos”, y en perjuicio del pueblo. Rafael Mayoral, diputado de Podemos, daba al relato el facilón toque populista: “Solo el pueblo salva al pueblo”.

No importa que las consecuencias sociales de la crisis de 2008 se debieran a la mala gestión del socialista Zapatero, quien la ocultó para evitar su efecto electoral en los comicios de ese año. Da igual. La palabra “recortes” sirve para demonizar al PP. Lo ejemplifica bien Sol Sánchez, diputada madrileña de Unidas Podemos, quien este 11 de marzo llegó a tildar al Gobierno de Madrid de “organización criminal” con “execrables propuestas” para gestionar el Covid-19.

Reinventar el Estado social

Los efectos sociales de la pandemia justifican en opinión de esta izquierda un replanteamiento del Estado y de la sociedad. Todo está mal, obviamente, y ellos ya lo habían dicho antes. Así, los culpables los señalaba Juan Carlos Monedero el 13 de marzo: el neoliberalismo, que no sirve a las mayorías; el cambio climático y el agotamiento de las energías baratas; y la primacía del individualismo frente a la solidaridad colectiva. La solución, dice, es reinventar el Estado social, ecológico y participativo; es decir, el socialismo del siglo XXI.

Todo esto lo hacen a través de campañas en las redes, como #PlanDeChoqueSocial y #MásSanidadPública, y mediante la prensa amiga, esa que convenció a muchos españoles de que el coronavirus era solo una “gripecilla”, mientras se reía con los errores de Fernando Simón, y que despreciaba los datos que llegaban de Italia. Dentro de unos meses, cuando todo esto pase, estos mismos resucitarán las “mareas” para culpar a los gobiernos de la derecha de la epidemia y de sus consecuencias sociales.

La izquierda desde 1848 ha tomado cualquier crisis como una oportunidad para tomar el poder y ejercerlo a su arbitrio aprovechando la ansiedad social y las necesidades de la gente. Hoy no precisan el asalto de Asambleas ni dar golpes de Estado, especialmente si están en el Gobierno y en otras instituciones, como Unidas Podemos. Es fácil verlo. Solo hay que estar atento.