ABC 28/03/16
EDITORIAL
· La participación de los de Iglesias en el Aberri Eguna es estratégica: supone sumar a su ultraizquierdismo social el toque nacionalista
EL nacionalismo vasco celebró ayer el Aberri Eguna, o «Día de la Patria», con la vista puesta en los cambios políticos que puedan consumarse en las elecciones autonómicas que tendrán lugar en el País Vasco en octubre. El temor del PNV a ser derrotado por Podemos, la evidente aproximación de este partido a la izquierda proetarra representada por Bildu y la excarcelación del dirigente etarra Arnaldo Otegi son signos que pueden anunciar movimientos en la política vasca. En las elecciones generales del 20-D, Podemos ganó en votos al PNV, aunque no en escaños; y el último Euskobarómetro ponía al partido de Pablo Iglesias a un tiro de piedra del PNV de cara a las elecciones autonómicas. Una coalición entre Podemos y Bildu es una opción verosímil, no solo porque se quedaría muy cerca de la mayoría absoluta, sino porque encarnaría el proceso de convergencia de la extrema izquierda con los nacionalismos más radicales para la demolición del actual orden constitucional de España. Mientras el PSOE sigue en el limbo de la negociación sin salida con Podemos, Pablo Iglesias reorienta sus prioridades a esa convergencia de ruptura que solo puede tener como socios a partidos como ERC, la CUP y Bildu. La participación de Podemos en el Aberri Eguna tiene un significado estratégico de primer orden, porque supone sumar a su ultraizquierdismo social el toque nacionalista necesario para hacer bueno el principio etarra de la «acumulación de fuerzas».
Las expectativas de este posible frente de izquierdas se refuerzan ante la parálisis del PNV y el nuevo retroceso del constitucionalismo. Ni el partido de Urkullu está siendo capaz de retener al nacionalismo vasco en unas coordenadas de moderación ni el Partido Socialista de Euskadi está pudiendo recuperar influencia en la izquierda. La representación parlamentaria del Partido Popular puede volver a cifras de los años ochenta del siglo pasado. ETA, además, puso ayer de su parte el contexto que tanto Bildu como Podemos podían necesitar para amalgamar sus coincidencias. En un nauseabundo comunicado, los etarras mostraban un insólito sentimentalismo, pero hacia refugiados y víctimas del atentado de Bruselas, por ser, eso sí, «simples ciudadanos». Lo importante para Bildu es que ETA persiste en su decisión de ser actor político armado, recordando que su renuncia a la violencia no ha supuesto contraprestación alguna. Todo un aviso. Y Podemos podrá encontrar en el comunicado etarra argumentos a su gusto en los mensajes sociales de la banda asesina, otra que también vende la independencia como el paraíso de la clase trabajadora.
La acumulación de fuerzas en el País Vasco está en marcha, y los partidos que aspiren a mantener un cierto orden de convivencia deben asumir que ni Podemos ni Bildu quieren amigos, sino llegar al poder para romper las estructuras democráticas.