EDURNE URIARTE, ABC – 30/12/14
· El mensaje del odio de la extrema izquierda ha encontrado un terreno abonado para calar y crecer. Abonado por la élite política tradicional y por la periodística.
La irrupción y auge de Podemos ha sido la noticia política del año en España. Y, además, inesperada, aunque los petulantes habituales, de esos que también habían predicho la abdicación del Rey sin que nadie se enterara, reivindicarán que lo vieron venir. Pero no, nadie lo vio, lo que demuestra que las sociedades pueden dar giros inesperados además de inquietantes. Y, sobre todo, prueba que el mensaje del odio tiene consecuencias. Porque esa es una de las otras causas de Podemos, aunque sea políticamente incorrecto recordarla: el mensaje del odio. Odio a los políticos, a los capitalistas, a los ricos, a los poderosos, a la derecha.
Las causas conocidas de Podemos ya han sido sobradamente analizadas. Me refiero al fracaso de los políticos a la hora de paliar los efectos de la crisis económica y la corrupción. Pero ni una ni otra explican el auge del extremismo. La corrupción afecta a Podemos casi antes de empezar sin que preocupe mucho a sus potenciales votantes como tampoco les importa demasiado la falta de realismo de sus recetas contra la crisis económica. Porque Podemos no es una alternativa de gestión política sino una reacción emocional, de castigo a quienes no lograron realizar sus promesas electorales. Y de odio, de odio a quienes representan algún tipo de poder y determinadas ideas. Porque ellos serían los culpables de sus males.
El problema es que no tenemos un concepto específico para definir el odio anterior, y es que los politólogos, o son de Podemos, como Iglesias, o son de izquierdas, la mayoría. Algún equivalente, por ejemplo, a xenofobia, un concepto que remite al rechazo o al odio al diferente, al extranjero, al miembro de otro grupo étnico. Y que los analistas aplican sin problema alguno a lo que consideran el mensaje del odio de la extrema derecha europea. Un mensaje de odio que implica la inculpación del extranjero o del inmigrante como responsable de los efectos de la crisis en algunos países europeos. Exactamente lo mismo que hacen los grupos de extrema izquierda con los capitalistas y con la élite política de la derecha a la que consideran servidora de los intereses del poder económico. El odio de clase heredado del marxismo y que libra de sus efectos a la élite socialista, por lo del lejano origen ideológico común, por mucho que los líderes de Podemos equiparen de vez en cuando a PSOE y PP.
Lo anterior, el mensaje del odio de la extrema izquierda, ha encontrado un terreno abonado para calar y crecer. Abonado por la misma élite política tradicional y por la periodística. Los primeros, los políticos, con un mensaje nefasto para la democracia, el de la supuesta capacidad ilimitada del Estado, de la política, para resolver todos los problemas. Como si la economía, o la sociedad, fueran campos completamente dependientes del Estado y no lo que son en realidad, espacios autónomos donde la acción de los políticos sólo puede penetrar parcialmente. Y los segundos, los periodistas e intelectuales, con el mensaje del ciudadano irresponsable. El ciudadano como mera víctima de los políticos y de las élites, como si la democracia fuera sólo cosa del Estado. Y el ciudadano como persona limpia, íntegra y honesta, radicalmente alejada de los comportamientos corruptos y delictivos de los políticos.
Podemos pone la rabia y el odio y otros muchos ponen las facilidades.
EDURNE URIARTE, ABC – 30/12/14