Unidos Podemos se presentó ayer en el Congreso con la idea clara de no pasar desapercibido. El discurso de Felipe VI provocó la crítica instantánea de su secretario general. «No ha estado a la altura», apuntó Pablo Iglesias, tras echar en falta en las palabras del Rey referencias a las víctimas del franquismo. Iglesias reprochó la «equidistancia» del Rey entre «los defensores de la democracia y los de la dictadura».
Poco antes del acto principal, Unidos Podemos contraprogramó otro para honrar a las víctimas del franquismo. A ellos se unieron el PSOE, el PNV y el PDeCat. Allí, Iglesias afeó la «impunidad de la que gozan sus asesinos». Podemos incluye entre los responsables de esas muertes a Rodolfo Martín Villa, ministro del Interior durante la Transición, que recibió una medalla en el Congreso por su condición de diputado constituyente.
La presencia de los Reyes en el Hemiciclo desató de nuevo una guerra de símbolos, ajena a la motivación del acto, que era homenajear a los diputados elegidos en 1977. Los primeros parlamentarios se mezclaron con los actuales. Iglesias saludó a muchos de los asistentes, que debían pasar al lado suyo antes de sentarse. Miquel Roca charló con él y también con Xavier Domènech.
Felipe VI fue recibido con los parlamentarios en pie pero sin unanimidad en el aplauso. Los representantes del PDeCat exhibían un folio con el dibujo de una urna. De este modo reivindicaron ante el Rey su derecho a celebrar el referéndum independentista el 1 de octubre. Detrás de ellos, senadores del PP desplegaron una bandera de España. Momentos después hubo varios vivas: «Viva el Rey», «Viva España» y el último, pronunciado por Iglesias, «Viva la democracia». Explicó después que su grito tenía más cabida en la Cámara Baja: «Conmemoramos la democracia, no la monarquía».
Los diputados de Podemos y PNV tampoco aplaudieron. Pero después, el cúmulo de citas en los discursos de Ana Pastor y del Rey dio lugar a algunas incongruencias. El PDeCat no reaccionó ni cuando se mencionó a Josep Tarradellas. Y en Unidos Podemos no acababan de saber cómo actuar aunque se alabara a Santiago Carrillo y a la Pasionaria, pese a que todos los de IU iban con camisetas con la imagen de la dirigente comunista. Pero, ¿si Alberto Garzón no aplaudía debía de hacerlo Pablo Iglesias?
Estas disfunciones se mantuvieron. A algunas referencias respondía Iglesias, pero las manos del resto de miembros de la dirección de Unidos Podemos seguían quietas. Al final del discurso del Rey se levantaron todos menos Antón Gómez-Reino (En Marea), Domènech y Garzón, que más tarde aseguró sentirse «más republicano».