IGNACIO CAMACHO – ABC – 25/06/16
· Más que en Oxford, parece que Cameron estudió Políticas en el colegio de Harry Potter. Y suspendió en populismo mágico.
Si juegas al populismo te ganan los populistas. Esta lección no se la explicaron a David Cameron durante sus estancias en Eton y Oxford, donde enseñan filosofía política para gentlemen y a sus conspicuos profesores ni si les debe de pasar por la mente que sus egresados vayan a dedicarse al aventurerismo mágico. Es probable que el alumno Cameron hiciese novillos el día en que hablaron en clase de la ética de la responsabilidad de Weber. A la vista de su conducta hay motivos para pensar que hizo el bachillerato en el colegio de Harry Potter.
El primer ministro británico, hombre de apariencia educada y discurso elegante, ha demostrado poseer una rara mezcla simultánea de frivolidad, arrogancia e insensatez. Es difícil reunir tanta falta de madurez y de perspicacia para el ejercicio político, pero el que lo logra se convierte en un sofisticado especialista en crear problemas ficticios y fracasar al resolverlos. El descalabro de ayer demuestra que Cameron no sólo desconocía a sus compatriotas, sino que sobrevaloraba sus propias capacidades de convicción.
Y que leyó mal las conclusiones del precedente escocés, donde fueron sus adversarios laboristas quienes lo tuvieron que sacar del lío. Esta vez el laborismo ha estado displicente porque en el fondo comparte el euroescepticismo de casi todos los ingleses y porque su líder Corbyn tampoco es la clase de partner de confianza que conviene agenciarse en un envite de esta trascendencia. Todo ese compendio de circunstancias desfavorables, a las que se suma el oportunismo demagógico de los conservadores eurófobos, auguraba una catástrofe y a las catástrofes no se les puede dar tantas oportunidades porque terminan aprovechándolas.
Educado en centros elitistas, Cameron no ha comprendido que la Unión Europea es un proyecto de élites. Tal vez no existiría si Schuman y Monet la hubiesen pasado a consulta en plena posguerra. El auge del populismo contemporáneo consiste precisamente en una rebelión emocional contra los agentes públicos convencionales, y encuentra en los referendos la expresión más depurada de su simplismo naif y de su paleta sentimentalidad de adolescencia democrática. El plebiscito europeo ha ofrecido a los británicos la ocasión de encontrar un culpable en el que descargar sus demonios.
Se la ha regalado un gobernante inepto y sin fortaleza intelectual ni política para hacer prevalecer su liderazgo ante la agitación pasional del nacionalismo primario. Un irresponsable capaz de jugar a la ruleta rusa con los intereses estratégicos de su país para solventar –ya se ve cómo– los problemas que le causaba su falta de sustancia.
El tiro le ha agujereado la sien, ha desplomado al Reino Unido y de rebote ha herido a una UE ya tambaleante y maltrecha. Tres en uno. Es lo que les sucede a los aprendices de brujo: que fracasan ante los brujos de verdad. Los que traen los trucos aprendidos de casa.
IGNACIO CAMACHO – ABC – 25/06/16