Alberto García Reyes-ABC
- Trazar una estrategia demoscópica usando el oprobio humanitario de Gaza es la peor obscenidad del sanchismo
Vamos a tener que hacer un croquis. Netanyahu no es el pueblo judío como Pedro Sánchez no es el pueblo español. Hamás no es el pueblo palestino como ETA no era el pueblo vasco. Conclusión: se puede execrar el terrorismo islámico y la masacre del Gobierno israelí contra civiles en Gaza sin criminalizar de forma genérica a los hebreos ni a los musulmanes de la Franja. Lo que pasa es que para llegar a este razonamiento esencial hay que renunciar a la demagogia, que es la peor falta de respeto a la inteligencia de los gobernados. El populismo se basa en la soberbia de los ignorantes sobre la humildad de los cultivados. Por ejemplo, Irene Montero no sabe que su altanería ideológica se debe a su raquitismo intelectual, de ahí que toda su obra política esté siendo tan desastrosa para el interés general. Y por eso, sin tener la más mínima conciencia de su incoherencia, está defendiendo un discurso contra el pueblo que sufrió el Holocausto mientras se agranda su silencio sobre la masacre de Rusia en Ucrania. Pero lo peor es que, por mero tacticismo demoscópico, Pedro Sánchez se ha abrazado a estos indocumentados para ocupar su espacio y resistir en el trono, de forma que en su nigromántica afición a soplar y sorber al mismo tiempo ha organizado el dispositivo policial de la última etapa de la Vuelta y ha alentado a los manifestantes. Así es su relato sectario. Las protestas de Paiporta estaban organizadas por nazis. Las de la Vuelta son fruto de la bonhomía del pueblo español. Con la obscenidad añadida de que esta jugada puramente electoralista la perpetra en nombre de los derechos humanos. Está dibujando su plan político sobre tumbas. Hay que leer el capítulo de ‘El maestro Juan Martínez que estuvo allí’, de Chaves Nogales, sobre los saqueadores en el campo de batalla de Odesa. Da escalofríos.
Todo es un bulo repugnante. Margarita Robles está frenando la ruptura del acuerdo de compra de armas a Israel porque como ministra de Defensa sabe que es una irresponsabilidad tomar una medida así antes de haber pactado una alternativa. Desarmar al Ejército en el contexto bélico contemporáneo no se le ocurre ni al que asó la manteca. No es verosímil que sólo haya escollos jurídicos para aprobar esta disparatada promesa en el Consejo de Ministros de esta semana. Además del posible quebranto de la libertad de mercado, aquí palpita una preocupación interna en el ámbito militar acerca de la indefensión que esta ocurrencia va a provocar en las Fuerzas Armadas. Pero así funciona el populismo. ¿Existe otro ‘software’ de defensa eficaz distinto del israelí? Nadie deja de comprar gas a Rusia antes de cerrar un acuerdo con otro proveedor. Sin embargo, este Gobierno insensato y cortoplacista improvisa soluciones que en apenas unos días agrandarán nuestros problemas. Y así sucesivamente. Sánchez utiliza un oprobio humanitario como trampolín demoscópico tendiendo una trampa asquerosa al adversario: o dices genocidio o eres genocida.
Disculpen, tengo que ir al baño.