Nos enteramos ayer de que los Reyes eméritos, Juan Carlos y Sofía piensan acudir el lunes a la Abadía de Westminster por los funerales de Isabel II. Un titular nos explicaba que “El rey Juan Carlos tiene intención de acudir al funeral de Isabel II pese al rechazo de Pedro Sánchez”. El presidente del Gobierno no es el único español que no ve con buenos ojos la presencia del emérito en acontecimiento tan señalado. Sus socios de Gobierno se lo han tomado peor, si cabe, y ya lo creo que cabe. ¿Y quién es Pedro Sánchez para prohibir a ningún ciudadano español viajar al funeral de un pariente a Londres o donde sea? Hizo causa común con el doctor su cómplice podemita en el Gobierno. El portavoz en el Congreso, Pablo Echenique, ha opinado que invitar a un «delincuente fugado» al funeral de Estado de Isabel II deja muy claro «qué significa la monarquía en España y en el Reino Unido». Esta tristísima criatura debería tener en cuenta algunas circunstancias. En primer lugar, que el Rey emérito no ha sido condenado por ningún tribunal y que no tiene ninguna causa pendiente en España, tras haber cerrado la Fiscalía las tres diligencias de investigación que tenía abiertas contra Juan Carlos I, sin presentar querella contra él ante la Sala Segunda del Supremo. De esta forma, se cierran todas las causas que el Rey emérito tenía pendientes en España y se da vía libre a su posible regreso a nuestro país.
Echenique pudo haber llamado ‘delincuente fugado’ a Puigdemont, que si tenía causas pendientes en España y se fugó en la mejor tradición de los golpistas catalanes. Dencás lo hizo por una alcantarilla en octubre de 1934 y él en el maletero de un coche en noviembre de 2017. Pudo haberse confesado él mismo autor de delitos por los que sí ha sido condenado, aunque no ha cumplido la condena: el abono de 11.040 euros a la Seguridad Social por no contratar a su asistente.
Esto deja claro lo que significa la monarquía en España y en el Reino Unido, dice este mindundi que empezó a forjar sus ideas republicanas en su Argentina natal y que conserva una ligazón sentimental con la república que presidió y aún vicepreside Cristina Fernández de Kirchner, saqueadora las arcas públicas argentinas, cómplice del atentado contra AMIA, en el que hubo más de 80 víctimas mortales y todo indica que inductora del asesinato del fiscal Nissman. Este pobre hombre debería ir con más tiento al regalar calificaciones de delincuentes.
Don Juan Carlos filtró su intención de acudir a los funerales por su augusta prima y lo hizo antes de comunicárselo al Rey Felipe VI, a la Jefatura del Estado. Y digo yo, qué necesidad tenía de darse este capricho. No creo que su asistencia a las exequias por la Reina Isabel deban tener más tasa que la invitación por la familia de la finada y la aceptación de la misma por parte de Don Juan Carlos. Mediaba además, razón de parentesco: ambos eran primos en tanto que tataranietos de la Reina Victoria. Pero el emérito siempre acaba liándola. Es una pena, porque yo le tuve mucha ley por su contribución a la democracia española y por esos cuarenta años sin precedentes en la historia de España. Es de esperar que lo tenga todo bien medido, no vaya a ser que la familia real británica haya invitado a los funerales al juez Matthew Nicklin, que le tiene causa abierta en Londres por la denuncia de Corinna Larsen, otro lío absurdo y extemporáneo.