Editorial EL CORREO, 27/06/13
· La falta de un suelo ético que enjuicie la violencia de ETA no puede llevar a iniciativas que acaben legitimando el terrorismo.
La reunión que ayer mantuvo la ponencia parlamentaria de Paz y Convivencia fue el reflejo de las profundas diferencias éticas y de las enfrentadas concepciones partidarias que acaban transmitiendo la engañosa sensación de que Euskadi se encuentra atrapada en un ‘proceso bloqueado’. La mencionada ponencia –integrada por PNV, EH Bildu y PSE-EE en ausencia de PP y UPyD– ha pasado de presentarse como el núcleo decisivo para poner punto final a la existencia de ETA a convertirse en mera pantalla de la confusión. La profusión de iniciativas para la consolidación de la paz sigue proyectando la idea de que el desistimiento de ETA no será irreversible mientras la residual banda terrorista no se vea reconocida mediante la aceptación de ‘su parte de verdad’ en el conflicto.
Si la ponencia no avanza es porque la izquierda abertzale considera que la renuncia a la violencia constituye un paso esforzado y suficiente como para que los demás eviten enjuiciar el terrorismo pretérito y las complicidades que lo hicieron posible. La carencia de un suelo ético compartido lleva a EH Bildu a proponer que se pase página para abordar otros asuntos, como el de la política penitenciaria. Es la trampa perfecta en la que los demás partidos no pueden caer sin hacer el juego al propósito último de la izquierda abertzale: legitimar bajo censura lo peor del pasado en aras del mejor futuro posible.
La Historia es siempre resultado de un sinfín de actuaciones más o menos deliberadas. Pero siendo absurdo que se solape un número indeterminado de ‘iniciativas de paz’, más inexplicable es que el Gobierno vasco trate de impulsar su propio plan mientras el PNV alienta una ponencia parlamentaria a la deriva. Es indudable que el tema concita intereses partidarios encontrados. Pero estos comportan una carga moral ineludible. Una vez constatada la carencia de un suelo ético compartido las formaciones representadas en el Parlamento vasco deben decidirse entre seguir voluntariosamente hacia adelante para ‘consolidar la paz’ para facilitar a ETA el anuncio de su final definitivo u optar por plantarse frente a EH Bildu.
El emplazamiento formulado por Jonan Fernández para que se retraten quienes apuesten por un acuerdo a tres y no a cuatro –soslayando a la izquierda abertzale– yerra en términos democráticos, porque es EH Bildu la que ha de ser interpelada para que se avenga a mucho más que las «concesiones en el lenguaje» a las que dice haber accedido.
Editorial EL CORREO, 27/06/13