Santiago González, EL MUNDO, 24/3/12
El lehendakari va a encontrarse a su vuelta de la India con que el proceso que él anunció en el pleno de hace dos semanas ha discurrido por derroteros no previstos. Para empezar, la ponencia que no se pudo poner en marcha entonces va a peor cuando falta una semana para que se vote en el pleno del Parlamento Vasco del día 30.
El vicecoordinador de Aralar, Dani Maeztu, compareció junto a la portavoz de Batasuna, Maribi Ugarteburu, y sus amables inutilidades en Bildu: Agirrezabal, de EA, y Matute, de Alternatiba. Maeztu se explicó en términos que pueda entender Aintzane Ezenarro: los criterios del partido «están muy claros y son los que hay que cumplir (…) Si el día que se constituye la ponencia se hace con exclusiones, los parlamentarios de Aralar se posicionarán en contra de la misma». No cumplir esos criterios «tiene unas consecuencias en el reglamento interno de Aralar». La ponencia política que centraba los esfuerzos del lehendakari y de su comisionado está descalificada por un doble motivo: territorial, porque no incluye a Navarra, y representativo, por estar ilegalizada Batasuna. En ningún caso podrá ser la ponencia para la paz, sino un foro cualquiera, que Aralar no aceptará con exclusiones.
Al popular Oyarzábal le sorprendió el asunto en rueda de prensa sobre la buena nueva del Congreso de su partido y anunció la predisposición del PP a participar en la ponencia para la paz que se estaba negociando, «si es un instrumento válido para deslegitimar el terrorismo», pero no «si es para enredarse en las reivindicaciones de Batasuna». Si esa condición quiere decir algo es la radical incompatibilidad con la condición impuesta por Aralar, que han hecho suya Bildu y la izquierda abertzale. Si es un instrumento válido para deslegitimar el terrorismo, no va a ser aceptable para la banda de los cuatro, que justamente quieren dar satisfacción a las reivindicaciones de Batasuna.
Mientras, la propuesta del lehendakari ya ha llegado al punto en el que está inevitablemente condenada. Hemos llegado otra vez a donde quedó empantanado el proceso de paz de Zapatero: Loyola, en octubre de 2006 y aquella propuesta de las mesas, que fue abortada por el sentido común de Josu Jon Imaz. Ahora, se ha convertido en una ponencia-camilla y para mayor comodidad se quiere habilitar en el Parlamento Vasco: la calefacción está pagada y hay servicio de bar. Faltan algunos detallitos, claro. Por ejemplo, eliminar las exclusiones, es decir, aceptar a Batasuna como si fuera un grupo parlamentario más. Es más de lo que su socio de Gobierno puede aceptarle a López. El emplazamiento de Basagoiti al lehendakari no dejaba margen para la duda: «¿Garantiza usted que no va a estar (en la ponencia) quien no condena a ETA y no reconoce daño?». Patxi López no ha entendido que esa iniciativa suya estaba condenada a cambiar de manos apenas diera su primer paso. Desde ayer, la díscola Ezenarro y el lehendakari tienen un problema; bueno, sendos: cada uno el suyo. Ella tendrá que volver a la disciplina. El de López es que ha perdido la iniciativa política y no tiene manera de recuperarla.
Es de esperar que vuelva del Taj Mahal cargado de una nueva espiritualidad, pero debería recordar que todas las religiones orientales están reñidas con las prisas
Santiago González, EL MUNDO, 24/3/12