EL CONFIDENCIAL 03/04/17
BEGOÑA VILLACIS
· En los papeles, los edificios siguen en manos de sus legítimos propietarios, pero quizás vayan empezando a comprender que cada vez lo son un poco menos
“Ahora les ha dado por el turismo” dice mi compañero y concejal de Economía Miguel Ángel Redondo según abre la puerta de mi despacho documento en mano. Deja sobre mi mesa la penúltima idea del equipo de gobierno de Madrid, una instrucción del área de Desarrollo Urbano Sostenible que busca garantizar que ningún inmueble de la zona centro de Madrid con aprovechamiento de patio de manzana- que son prácticamente todos- pueda cambiar de uso de residencial a terciario. En otras palabras, si tiene Vd. un bajo de estas características, típicas y mayoritarias en la zona centro, sólo puede aspirar a vivir ahí o buscarse a alguien que quiera hacerlo, ya que el Ayuntamiento no desea que lo convierta Vd. en un gimnasio, ni en un super, ni en un comercio, ni en una tienda de ropa o cafetería, ni ese edificio en un hotel o en oficinas, ¡hasta ahí podíamos llegar!
Curiosamente uno de los inmuebles que se enfrentaba a este último veto- invento no despertó tanta preocupación en el equipo de gobierno cuando su uso se desviaba de residencial a ocupado por el Patio Maravillas de los amores del Ayuntamiento, que por aquel entonces bien supo hacer la vista gorda ante tal concurso ideal de incumplimientos administrativos.
Ese edificio y otros edificios e inmuebles serán lo que el Ayuntamiento decida que sean. En los papeles sigue en manos de sus legítimos propietarios, pero quizás vayan empezando a comprender que cada vez lo son un poco menos.
El gobierno de la ciudad ha abandonado de forma consciente y deliberada toda acción de promoción económica, comercio, turismo o innovación
Mientras esto se cocina, pilas de papel cogen polvo en el despacho del delegado de urbanismo, las correspondientes a la Operación Chamartín, Los Berrocales Cuatro Caminos, Raimundo Fernández Villaverde, Cañaveral, Valdecam, la Estrategia del Sureste. 120.000 puestos de trabajo correspondientes al primero, 20.000 del segundo, 497 del tercero y un largo etcétera de proyectos congelados a la espera del final del eterno debate en el que se encuentra sumido Madrid, convenientemente camuflado por socorridos cambios de nombres de parques, cuitas internas y consultas que no llegan a ninguna parte.
El Callejón de Puigcerdá, precintado en plena campaña navideña. El Mercado de Legazpi, de futura sede de un centro gastronómico puntero, con su mercado, su escuela de gastronomía, su gimnasio y su biblioteca, de promotor de 800 puestos de trabajos, a cesión gratuita a colectivos afines -cómo no- al gobierno consistorial y oficinas municipales, eso sí, después de que los madrileños nos gastemos cerca de 70 millones en dejarlo en perfecto estado de revista.
Los propios análisis del Ayuntamiento reflexionan sobre “la cuarta desaceleración consecutiva de crecimiento interanual de la afiliación”
Así las cosas, cuando el pasado pleno nos dio por conocer la valoración que hacía el equipo de Gobierno de los últimos datos de empleo tocábamos en hueso. El gobierno de la ciudad ha abandonado de forma consciente y deliberada toda acción de promoción económica, comercio, turismo o innovación. Ha abandonado, en definitiva, la tarea de impulsar, o por lo menos no impedir la generación de una red de real de puestos de trabajo, para entregarse a mesas sobre el derecho a la alimentación o a la vivienda, obviando el hecho de que, desde que el mundo es mundo, lo primero conduce a lo segundo, y que los madrileños prefieren gestionar a que les gestionen, decidir a que decidan por ellos o alimentarse en lugar de ser alimentados y, a la fecha, por donde pasa Ahora Madrid no crece el empleo, por más que al delegado de economía guste de retorcer los gráficos para que acaben cantando a su dictado. Lo que dejan claro es que invierten más tiempo en propagar sus mantras, que en acometer los problemas que están generando.
No obstante, nosotros no pedimos fe ciega, sabemos que la credibilidad no se otorga, se presta, y comoquiera que la verdad no es versionable, hemos elegido como fuente de datos al propio Ayuntamiento de Madrid, que el pasado enero analizaba la situación económica como sigue.
A 31 de enero, los propios análisis socioeconómicos del Ayuntamiento, reflexionaban sobre el hecho de que se confirmaba “la cuarta desaceleración consecutiva de crecimiento interanual de la afiliación”. Meses más tarde publicaban el siguiente documento.
Y es que, en la vida real, los propios datos de la web del Ayuntamiento de Madrid nos muestran que desde enero de 2015 a diciembre de 2016 el número de ocupados en la ciudad creció un 0,8%, mientras que en España lo hacía en un 6%. Por su parte, el paro registrado en febrero bajaba en España, pero crecía en la ciudad y suponía el 80% de los nuevos parados de toda la Comunidad de Madrid. Y el interanual nos daba un descenso de parados muy inferior a la media española y a la de la Comunidad (pese a suponer la Ciudad de Madrid una parte muy importante de ella).
En su nota están las cifras, así como las conclusiones de las mismas: “El paro registrado desacelera ligeramente su ritmo de descenso en febrero” – lo que en román paladino quiere decir “Sube el paro”- y “La variación interanual de febrero es menos negativa que en el conjunto de la Comunidad de Madrid y de España” –tratando de ocultar que aquí la variación negativa es deseable: baja el paro.
Basta con reconocer el enorme potencial de la ciudad que se tiene entre manos, y, si no es mucho pedir, no atentar contra la seguridad jurídica
Por su parte, la EPA confirma el nivel de deterioro y desconfianza que sufre la economía de Madrid desde que llegaron Podemos y las confluencias al Ayuntamiento. En este periodo en España se han creado 1.053.300 puestos de trabajo mientras en Madrid 10.500. En el mismo periodo, en España han aumentado los ocupados un 6,03% y en Madrid un escaso 0,80%. El hecho de que los 10.500 nuevos empleos resultan de destruir 25.300 contratos indefinidos y crear 34.800 temporales evidencia que se ha profundizado en la precarización del trabajo. Por último, quizás el dato más claro, el peso de la ciudad en el empleo del país que desciende del 7,51% previo a la entrada de Ahora Madrid al 7,15% actual.
Nada que no se pueda remontar, Madrid ha sido históricamente la locomotora de España, la ciudad a la que vuelven sus ojos cada vez más inversores que, por razones obvias, no terminan de descantarse, el foco de atracción de millones de ciudadanos que buscaban trabajar, abrir su comercio, su peluquería, su despacho, su bar. Basta con reconocer el enorme potencial de la ciudad que se tiene entre manos, y, si no es mucho pedir, no atentar contra la seguridad jurídica, evitar los constantes giros de timón, incordiar lo imprescindible y no estorbar. Luego ya, lo demás, tener claro un modelo de ciudad, creer en la urbe, encontrar tan desafiante como atractiva su complejidad, explicar Madrid en el mundo, confiar en la sociedad civil y ofrecer credibilidad. En resumen, crear un marco seguro, e invadir lo justo.