El domingo 19 de octubre a las cinco y media, cumplidas las formalidades legales, convocamos a todos nuestros conciudadanos a manifestarse con nosotros en La Coruña, desde el Obelisco hasta María Pita.
¿Por qué? Sobran los motivos, pero si hubiera que resumirlos en uno, sería poner fin al silencio y pasividad que han permitido imponer el monolingüismo burocrático y escolar violando la libertad de los sometidos. Y para detener ese proceso e iniciar el de recuperación de las libertades negadas o usurpadas.
Convocamos a los ciudadanos a manifestarse directamente porque los políticos han abusado de la representación conferida y nos han hecho una seria avería en las libertades. En 1978 aprobamos la Constitución para tener plenitud de derechos en dos lenguas, cada uno en la de su ascendencia o preferencia, o en ambas, y nos encontramos a la vuelta de los años con que nuestros hijos sólo pueden estudiar en una de ellas, precisamente en la que no pudimos hacerlo nosotros, y con que las administraciones públicas sólo usan una de ellas, como antes, sólo que ahora es la otra.
Aprobamos una constitución que limitaba el poder de nuestros representantes, y les conferimos los cargos y las ventajas inherentes a su ejercicio, confiados en que habrían de cumplir su juramento. Pero, al poco tiempo, nos declararon anormales y, no contentos con ello, aprestaron una costosa burocracia para normalizarnos en todo momento y con cualquier motivo, sobre todo, con intensidad ineludible, a los niños, prevaliéndose de su sujeción a la escolaridad obligatoria.
En ese proceso de casi un tercio de siglo se han dilapidado incontables recursos obtenidos con nuestro esfuerzo, pero, sobre todo,
• se ha degradado la libertad cultural -de la que la lengua es instrumento fundamental- para una parte de la población;
• se ha adulterado la enseñanza, substituyendo, en no pequeña medida, el esfuerzo docente dirigido a la formación integral por el dirigido a la formación de “buenos gallegos” según el canon oficial deformado por el esencialismo lingüístico, identitario y excluyente,
• se ha politizado la lengua generando el rechazo reflejo a toda imposición y la división social derivada del reparto de privilegios a partidarios y acoso y exclusión a no partidarios
• se ha retrocedido en la unidad del mercado laboral con la consiguiente pérdida de oportunidades, y con el engaño mezquino de reservar para los nativos reinstalados en la lengua-llave el feudo o coto regional mediante la exclusión lingüística de los demás españoles-. Esto ya se ha consumado en la función pública con el empobrecimiento mutuo consiguiente.
• se pretende, finalmente, en la nueva fase de “normalización sin complejos”, es decir, sin vergüenza, sin freno moral o jurídico, justificada y descrita en un Plan totalitario*, la asimilación acelerada o la exclusión de la parte de población que se resiste.
Si en una democracia prevalece la arbitrariedad a largo plazo es porque los ciudadanos lo consienten. Demasiado tiempo hemos callado, haciendo creer a quienes, por error o fanatismo han impulsado la política de normalización lingüística, que la aceptábamos de buena gana, o al menos no la rechazábamos.
Como creemos que son más los ciudadanos sensatos, convocamos a todos a manifestar el rechazo de esa política equivocada, a poner fin al silencio ante la usurpación de que hemos sido víctimas nosotros y nuestros hijos, y a exigir la restitución de las libertades que votamos en 1978, arrebatadas en aras del proyecto colectivista identitario de unos pocos cuya libertad de lengua respetamos sin condiciones, como queremos que se respete la de todos.
¿Por qué ahora? El día 20 del mes pasado se manifestaron en Vitoria centenares de padres contra la supresión de la enseñanza en español en el territorio de la CAV. El PNV ha aparcado ese “plan”. Esos padres valientes han demostrado lo que parecía imposible: que el nacionalingüismo puede retroceder.
El 28 del mes pasado se manifestaron en Barcelona miles de ciudadanos marcando un punto de inflexión en la historia de sumisión y silencio ante el nacionalingüismo.
Recientemente se han manifestado los intelectuales en defensa del derecho al uso de la lengua común –y de las otras-, y obtenido la adhesión de cientos de miles de españoles. Más recientemente un destacado grupo de empresarios gallegos ha publicado un manifiesto irrebatible –como lo prueba que los jerarcas de la linguocracia sólo han podido contestar lanzando coces al aire-.
Porque nunca es pronto para defender la libertad amenazada, ni demasiado tarde para recuperar la libertad perdida.
Porque, si nuestros representantes copiaron lo peor de las élites políticas de esas comunidades, nosotros estamos obligados a imitar lo mejor de nuestros conciudadanos y a unirnos a ellos en la defensa de una libertad común.
La Coruña, 03 de octubre de 2008.
El presidente, José María Martín.
Mesa por la Libertad Lingüística, 3/10/2008