Luis Ventoso-El Debate
  • La verdad es que sería una delicia y una buena noticia para España que este Gobierno estuviese perpetuamente de vacaciones

Qué delicia. Te pones a ver un informativo en cualquier tele y ni rastro de ellos. Te cuentan el incendio forestal –provocado– de turno, la sorprendente DANA de Baleares, las cosas de Trump –zurrándole, por supuesto– y las guerras internacionales (dándole estopa a Israel, por supuesto)… pero se han volatilizado por completo nuestros «ministros y ministras» y el gran líder «progresista, feminista, ecologista» y nepotista que los guía.

Qué paz. Qué reconfortante sensación encender la televisión y no encontrarte con el labio revirado de Pilar Alegría, la PH (portavoz hooligan), vertiendo desprecio a todos los que no comparten el ideario del régimen «progresista-separatista». Ha desaparecido también Marisu Montero, la fenómena que aspira al milagro de cuadrar las cuentas públicas cuando es incapaz de expresar cualquier concepto sencillo de manera articulada. No hay ni rastro del multirreprobado y multitrolero Marlaska, muy ocupado escaqueándose en la hamaca del caso Puigdemont. No sabemos nada de Margarita, la del supuesto «sentido de Estado», que luego se traduce en «lo que diga Sánchez», aunque sea a costa de destrozar el Estado.

No tenemos que aguantar a Yolanda, explicándonos los datos trucados del paro con vocecilla de merengue y como si fuésemos unos preescolares, o moviendo las mechas arriba y abajo de manera enfática en apoyo del pucherazo de Maduro.

No hay que soportar al redicho Bolaños, el único ministro de Justicia de una democracia que tiene como misión principal perseguir a los jueces para proteger a la mujer de su jefe ante una investigación por corrupción más que verosímil. No está Urtasun para reescribir la mejor historia de España al dictado de los peores enemigos de España. No está Óscar Puente, el nuevo Chuck Norris oficial del régimen una vez caído Ábalos (y que Chuck nos disculpe por la comparación). Tal vez se encuentra atrapado en algún tren, pues el ferrocarril se ha convertido en un carrusel de retrasos y averías bajo su gestión, mientras él se preocupa de mejorar su «putt» en algún campo de golf elitista.

Nada sabemos tampoco de los ministros premiados con ministerios-florero. Como Mónica García, pensando siempre en qué paridilla puede soltar cada mañana para que no se note que Sanidad es un ministerio hueco, pues todo se ha transferido. O la ministra sonrisa, la exportavoz, a la que han regalado una amable prejubilación en Vivienda. O Ángel Víctor Torres, cuya tarea más acuciante de cada semana es cómo inventarse algún acto en Canarias el viernes –o incluso el jueves– para montarse su ya legendario superpuente.

Pero sobre todo se respira mejor porque no está el personaje, con sus andares perdonavidas, sus faltadas a los que no piensan como él, su pésima relación con la verdad (si es que tiene alguna), sus tics de autócrata, exacerbados por su necesidad de encubrir las andanzas de su mujer y su hermano. No está el presidente que nos vende con una sonrisa postiza que destrozar la igualdad entre españoles es algo muy bueno para todos los españoles. No está el acosador que amedrenta a los jueces utilizando toda la maquinaria del poder y señalándolos. No está el político de hielo que no encontró una palabra de compasión, ternura y trascendencia por las personas que morían por miles en la pandemia. No está el avezado discípulo de Don Pablos y Guzmán de Alfarache, que nos espeta colérico que «no hay caso» en lo de Rinconete y Cortadillo (disculpen el lapsus, quería decir en lo de su mujer y su hermano). Pues sabido es que en España a todo el mundo que llama a la Complu le regalan una «cátedra extraordinaria», incluso sin necesidad de título universitario, y que trabajar enchufado a dedo por tu hermano el presi en una diputación para luego no ir a currar y tributar desde Portugal es lo más natural del mundo.

Imposible echarlos de menos. De hecho, las cosas van mejor con el Gobierno cerrado, porque en realidad se dedican a la propaganda y cuando toman una medida concreta, siempre va en el mismo sentido: vender España a cachitos en el mostrador de los separatistas para comprar unos meses más de Moncloa.

Si se queda en La Mareta de por vida hará felices a millones de compatriotas. Además, imagínense lo que puede llegar a cundir nuestra Bego con un poco más de tiempo libre. Si le dan un lápiz, una goma, una libreta y unos meses de asueto en el palacete náutico de Lanzarote, la catedrática es capaz de reformular la Teoría de la Relatividad de Einstein y la Crítica de la Razón pura de Kant. ¡Menuda es nuestra primera dama!

En fin, no se apuren, que por nosotros, como si no vuelven…