Las riñas que antaño se producían en tabernas de mala muerte al amparo de la coñá, o en las casas de lenocinio entre meretrices por disputarse el cliente con monises en la cartera han adquirido dimensión nacional y ahora se ventilan en tertulias, informativos, hemiciclos y despachos oficiales. Todos quieren, ebrios de poder, prostituirse a quien pague más y donde antes veíamos comas etílicos y puterío barato ahora dicen que es normalidad democrática y negociaciones.
Si nos atenemos a la riña patibularia del “Me cago en mi calavera, ¿quién me ha robado el cacho pan de la cena?” o el grito iracundo de la vecina que, cogiendo a otra del moño, le soltaba “¡Cómo te vea acercarte a mi Jacinto te rajo del tobillo al cuello!”, se entiende mejor lo que pasa. Sánchez quiere volver a ser presidente porque, seamos sinceros, ¿qué otra cosa podría ser? Pero existe el mientras tanto, y a eso se suman los aliades del sanchismo, sabedores de que, sin él, su existencia sería breve. Claro que ninguno reconoce la razón por la cual hacen lo que hacen. Obran lo mismo que su patrocinador, incapaz de decir la verdad ni a su médico.
Qué cosas, ahora quienes se ufanan de influir en el gobierno de esa España llena de maketos, torturadores, txacurras y de fascistas son el adversario principal de los peneuvistas, Bildu
Por eso me llaman la atención esos aspavientos que hemos visto en el PNV, Sumar y ya no digamos el all i oli separatista. Yendo por orden, los burguesitos vascos, tan amantes de recoger nueces y vivir de forma incompatible con la más mínima noción de igualdad entre españoles, y haciendo mohínes han soltado que no hay nada acordado con el futuro candidato. Qué cosas, ahora quienes se ufanan de influir en el gobierno de esa España llena de maketos, torturadores, txacurras y de fascistas son el adversario principal de los peneuvistas, Bildu. Porque los de las listas con condenados por terrorismo van por ahí jactándose de influir en la política nacional gracias a tener a Sánchez pillado por los escaños. Como se nota que las autonómicas vascas están cerca y hay que hacer pipí en cada arbolito para marcar territorio.
Lo de Sumar es del género lírico. Yolanda Díaz asegura que no hay nada acordado y que Sánchez debe aceptar su propuesta si quiere repetir el gobierno de coalición. Un ejecutivo que no contaría con Irene Montero o Ione Belarra, porque las candidatas de la vicepresidenta son, agárrense los macos, Ada Colau en vivienda, la médico y madre Mónica García en sanidad e incluso se habla de Rita Maestre para vaya usted a saber qué. Por descontado, estaría Yolanda con su chulísima cartera. Dicen que en Podemos han comprado un container lleno de muñequitas de trapo y alfileres.
Y llegamos al separatismo, que es más o menos lo de siempre: a ver quién tiene la estelada más larga, si Puigdemont o Junqueras; amnistía sí, pero el referéndum igual más tarde, fuera Guardia Civil y Policía Nacional de Cataluña, fuera también las FFAA y cosas semejantes que son las de siempre. Añadamos que a estos les crecen los rivales lazis como setas y la ANC tiene previsto formar partido propio igual que la pujante Aliança Catalana, rabiosamente separatista y a la vez durísima con la inmigración ilegal. Y como Puigdemont tiene revuelta interna debido a que se ha cargado manu militari a su fantasmagórico Consell de la República, porque le acusaran de poca claridad en las cuentas, igual de aquí a navidades tenemos otro partido más.
Baste con escribir como encabezamiento “Mira, niño, hay esto” y, a renglón seguido que cada uno ponga lo que quiere
A mí me parece, lo digo de buena fe, que esta panda de apandadores debería dejar a un lado sus diferencias, que tampoco son tantas dado que la idea es vivir como marajás sin pegar sello, y hacer una carta conjunta al presidente en funciones. No hace falta que se esmeren en el redactado. Baste con escribir como encabezamiento “Mira, niño, hay esto” y, a renglón seguido que cada uno ponga lo que quiere.
Lo digo por ser práctico, porque en España, a día de hoy, en política no eres nadie si no le pides algo, lo que sea, a Sánchez. Yo sé lo que le pediría, pero mi abogado dice que haga el favor de callarme. Con lo prudente que es uno.