ABC – 01/06/16 – IGNACIO CAMACHO
· Para evitar la coalición de izquierdas, PP y Ciudadanos necesitan crecer por separado, no uno a costa del otro.
En un pañuelo. El resultado está en unas décimas, en unos puñados escasos de votos oscilantes que tal vez no se decidan hasta el último momento y tienen de los nervios a los institutos de encuestas. Narciso Michavila, el gurú de GAD-3 que hace los sondeos de ABC, vaticina un final «por penalties» como el de la Champions. Casi imposible de pronosticar porque se va a solventar en el reparto final de escaños, con los cocientes del sistema De Hont bailando provincia por provincia en una cuerda floja. Miradas por bloques ideológicos, que es como se plantean estas elecciones, existe un empate técnico entre el centro-derecha y la izquierda. Habrá un recuento de infarto.
Poco a poco, Pedro Sánchez va descubriendo la baza que le intentaba tapar Susana Díaz con el listón de la lista más votada. El candidato socialista se pelea con Podemos para discutirle el segundo puesto pero cuenta con ellos en sus cálculos de investidura. Igual que hace Rajoy con Ciudadanos, aunque a los naranjas les incomode el automatismo de opinión pública que los considera una variante limpia y moderna del PP a pesar de su reciente pacto socialdemócrata. Esa alianza ha decaído con la legislatura anterior y todo el mundo lo sabe, incluidos Rivera y Sánchez. El día 26 concurren, con todas las reservas, dos coaliciones de facto y gobernará la que saque un diputado más porque nadie va a arrostrar la responsabilidad de una tercera convocatoria. Por ahora lleva medio dedo de ventaja la izquierda, que además hace guiños de complicidad a los soberanistas para garantizarse un arbitraje favorable: como mínimo el de la abstención que decida un Gobierno en minoría.
El modelo frentepopulista sólo lo puede frenar una victoria apurada del centro-derecha, a expensas de un acuerdo que Rivera le pondrá difícil al marianismo. Pero ambos partidos necesitan crecer por separado, no uno a costa del otro; en caso contrario no lograrán compensar el valor añadido que Pablo Iglesias se ha procurado con la absorción de IU, una maniobra clave para rebañar escaños. Como los vasos comunicantes entre bloques apenas funcionan –salvo un tímido trasvase del PSOE a Ciudadanos–, el crecimiento de las fuerzas moderadas sólo puede venir del segmento abstencionista. Ahí será decisiva la campaña del PP, que en diciembre se dejó medio millón de votos en sus casas. Si regresan a las urnas el Gobierno podría superar el 30 por ciento sin restar la facturación de C’s. De otro modo, tratando de arrebatarse apoyos, los dos corren el riesgo de quedarse cortos.