Editorial-El Español

La reunión mantenida a comienzos del mes pasado entre los responsables de Economía del Gobierno y el PP, Carlos Cuerpo y Juan Bravo respectivamente, dio pie a aventurar que sería posible alcanzar un acuerdo de Estado para consensuar la respuesta a la guerra comercial desatada por la Administración estadounidense.

Pero las negociaciones naufragaron muy pronto, y la semana pasada el PP las dio por rotas, lamentando que «no quieren un pacto, quieren adhesión».

Es legítimo que el PP se resista a dar su apoyo gratuito al decreto antiaranceles, y que por eso exija condiciones para votar a favor. Condiciones, por otro lado, que se antojan razonables, como la ampliación de la vida útil de las centrales nucleares, la eliminación del impuesto sobre el valor de la producción de energía eléctrica, la elaboración de un plan de infraestructuras hidráulicas, la revisión de las subidas impositivas implementadas por el Gobierno o la aprobación de unos Presupuestos.

Y es evidente que Pedro Sánchez no está abierto a incorporar ninguna propuesta de la oposición, a pesar del espejismo de actitud dialogante que supuso el envío del borrador del decreto al PP antes de que se aprobara en el Consejo de Ministros. De lo contrario, se desmoronaría todo el edificio argumental sobre el que Sánchez ha levantado su política del «muro».

Tanto es así que el presidente se lanzó inmediatamente a instrumentalizar el no del PP al decreto antiaranceles, que le brindó una nueva ocasión para retratar a Feijóo como un lobista de las grandes empresas y denostar «su absoluta sumisión a intereses particulares de los de arriba frente al interés de la mayoría».

Pese a todo ello, lo más adecuado sería que el PP se abstuviese en la votación de este jueves en el Congreso de los Diputados, para evitar privar a los sectores más afectados por los aranceles de Trump a la UE de un escudo social 14.100 millones de euros.

Sobre todo, por coherencia con su propia posición. Porque si en su momento Feijóo reconoció que este Plan de Respuesta y Relanzamiento Comercial tiene «elementos acertados», no se entendería que ahora lo rechazase de plano.

Y si el problema del PP es que considera insuficientes las medidas del Gobierno, la abstención, que permite superar la votación a un decreto frente al que el PP no tiene nada en contra, a la vez que expresa una postura de protesta, parece la opción más consecuente.

Y si al PP le faltan motivos, basta con que pare mientes en los casos de Canadá y Australia. En ambos países, el centroderecha ha sido castigado en las recientes elecciones generales, que han dado la victoria a las opciones nítidamente antitrumpistas.

Es un ilustrativo recordatorio de que no adoptar una posición firme y clara frente al hostigamiento económico de Trump resulta electoralmente tóxico. Y por eso, al PP no le conviene dar a Sánchez la más mínima oportunidad de explotar un discurso que sitúe a Feijóo alineado con la Casa Blanca.