EL CONFIDENCIAL 13/12/16
RAMÓN GONZÁLEZ FÉRRIZ
· Que la cultura española sea básicamente progresista no es algo preocupante. Pero sí la manera en que la derecha ha renunciado casi por completo a tener voz propia
Que la cultura española sea básicamente de izquierdas no es algo preocupante en sí mismo. De hecho, sucede en la mayor parte del Occidente rico: los artistas, los escritores o los músicos tienden a ser más de izquierdas que los notarios, los médicos o los banqueros. Lo preocupante de la situación es la manera en que la derecha española ha renunciado casi por completo a tener una voz en el ámbito cultural. Por cultura no me refiero solamente a la literatura, el cine o el teatro. Me refiero, sobre todo, a las ideas en sí; las concepciones de la vida que se reflejan en la cultura en un sentido artístico, pero también que dan forma al debate político, y que son tradicionalmente distintas en la izquierda y la derecha.
· El conservadurismo tiene tras de sí una extraordinaria tradición intelectual y artística, de enorme peso intelectual y razón de ser
El conservadurismo tiene tras de sí una extraordinaria tradición intelectual y artística. Desde su fundador moderno, Edmund Burke —un moderado británico de finales del siglo XVIII que reaccionó con pavor a la Revolución francesa y sentó las bases del pensamiento de derechas—, el conservadurismo ha dado forma a grandes ideas que, aun cuando uno no las comparta, tienen un enorme peso intelectual y razón de ser: la inteligibilidad clásica frente a los excesos de la modernidad, la moderación en la expresión de las pasiones frente al desparrame sentimental, la búsqueda de un equilibrio entre los valores del individualismo y los de la comunidad.
Estos principios han ido adoptando diversas formas en los últimos dos siglos y medio, y de hecho han cambiado mucho, pero el pensamiento conservador siempre estuvo ahí, no solo porque respondía al temperamento y al gusto de una parte importante de la población, sino porque, en términos más interesados, los conservadores sabían que, en la batalla de las ideas que es la democracia, tener un marco intelectual favorable a determinados valores relacionados con el orden, la tradición y la prudencia era imprescindible en términos electorales.
Ahora no es así, y si la cultura prácticamente ha desaparecido de la lista de prioridades de los conservadores españoles, es porque las ideas importan menos en la democracia en general —los partidos ya no son maquinarias basadas en ideas, sino en emociones— y entre la derecha en particular. Hasta hace no tanto, a los partidos conservadores y a los líderes de derechas les gustaba vestirse ideológicamente y reivindicaban ideas y pensadores. ‘Camino de servidumbre’, de Friedrich Hayek, que se dice que Thatcher llevaba siempre en su bolso, es muy discutible, pero merece leerse. Las novelas de Ayn Rand, que inspiraron al movimiento neoconservador estadounidense, son muchas veces un disparate, pero contenían ideas sobre las que argumentar.
· No creo que Rajoy sea tan tosco como suele decirse, pero cuesta imaginarlo reconociendo la influencia que un libro o una película han tenido en él
No sé hasta qué punto le influyeron a la hora de gobernar, pero Aznar reivindicó a Isaiah Berlin y Raymond Aron, y eso le honra. No creo que Mariano Rajoy sea tan tosco como suele decirse, pero cuesta imaginarlo reconociendo la gran influencia que un libro o una película han tenido en su manera de ver la realidad y la política.
No tengo ningún interés en que el conservadurismo se haga con la hegemonía cultural. De hecho, me sentiría muy incómodo en ese escenario. Pero su renuncia a dar la batalla por una concepción del mundo basada en ideas es una gran pérdida. Sí, en España hay espléndidos escritores conservadores. Sí, el ámbito de la economía es una excepción a lo que he dicho hasta ahora y un buen puñado de economistas de derechas, varios de ellos en este periódico, ponen un montón de ideas en el debate, tengan razón o no. Sí, existen pequeñas revistas o secciones culturales de periódicos y cadenas de radio de orientación conservadora que hacen lo que pueden. Pero no es el caso del PP, que parece completamente desinteresado en las ideas (hay excepciones entre sus cargos, pero se cuentan con los dedos de una mano).
Si uno de los grandes errores del pensamiento de izquierdas español fue renunciar a rebuscar lo que de bueno y útil tiene el pensamiento de derechas —uno puede detestar a Ortega o Pla, pero es absurdo considerarles irrelevantes—, ahora es el propio conservadurismo quien renuncia a entrar en el combate de las ideas y sus representaciones. Se contenta con tener en sus filas a un puñado de exaltados que dicen barbaridades reaccionarias. Y con eso gana elecciones. Me gustaría decir que lo pagará caro, pero no creo que sea así.