Juan Ramón Rallo-ElConfidencial
- Todo se reduce a dos componentes clave del IPC: electricidad y gas
Desde abril de 2021, la tasa de inflación interanual de España se ha ubicado por encima de la de la eurozona. Y, en ocasiones, muy por encima: en marzo de 2022, por ejemplo, el IPC avanzaba en nuestro país a un ritmo del 9,8%, frente al 7,4% del conjunto de la eurozona. Sin embargo, en agosto y septiembre la tasa de inflación española se ha frenado de un modo muy significativo y ha pasado a ubicarse por debajo de nuestros socios: concretamente, en octubre el IPC se incrementó en España un 7,4%, frente al 10,7% de la eurozona.
El Gobierno, como suele ocurrir en estos casos, no ha perdido el tiempo a la hora de colocarse medallas: si los precios están elevándose más lentamente en nuestro país que en el resto del continente, es por las audaces medidas que ha adoptado y, muy en particular, por el llamado tope del gas. Sin embargo, esta narrativa oficial tiene un muy claro cabo suelto: en Portugal, donde rige la misma excepción ibérica que en España, la inflación no se ha frenado, sino que sigue escalando y se ubica prácticamente en la media europea (10,6%). ¿Qué está ocurriendo? En realidad, todo se reduce a dos componentes del IPC: electricidad y gas. Si los excluimos del índice, la inflación interanual de España sería en octubre del 7,5%, mientras que la de la eurozona sería del 7,1%. Así pues, la clave es explicar estos dos precios. ¿Por qué la electricidad y el gas están aumentando más en el conjunto de Europa que en España?
Pues por un sesgo estadístico del INE que, hace unos meses, el Gobierno denunciaba agriamente, pero que ahora aplaude silentemente con las orejas: el INE no mide los precios de la electricidad y del gas a partir de una muestra que recoja la totalidad de los contratos del mercado, sino únicamente de los contratos con tarifa regulada, a saber, el PVPC para la electricidad y la TUR para el gas.
Primero, y con respecto al PVPC español, recordemos que este es el único precio eléctrico regulado de Europa vinculado diariamente al mercado mayorista diario (en el continente, predominan los contratos a plazo), lo que lleva a que el PVPC anticipe tanto las subidas como las bajadas del precio de la electricidad. Por eso, a finales de 2021 y principios de 2022, cuando se encarecía el mercado mayorista en toda Europa, la subida del precio de la electricidad en los mercados mayoristas se reflejó en subidas inmediatas del IPC español, pero no en subidas tan intensas del IPC europeo; pero ahora, una vez el precio de la electricidad en los mercados mayoristas se ha estabilizado o incluso baja respecto a sus máximos (no solo en España, sino en Europa), sucede al revés: los precios de la electricidad caen interanualmente en España, mientras que en Europa continúan aumentando (o apenas reduciéndose). Por ejemplo, en septiembre y octubre, las estadísticas españolas recogen un abaratamiento de la luz con respecto a agosto del 35%, mientras que la eeurozona refleja un encarecimiento del 10%: y la brecha no es esencialmente explicable por la excepción ibérica, dado que en ese mismo periodo la electricidad apenas se abarata un 2,7%.
Comparar las tasas de inflación entre países puede resultar engañoso
Segundo, y con respecto al precio del gas, la TUR es un precio regulado por el Gobierno, lo que ha limitado muy notablemente que las estadísticas oficiales reflejen un encarecimiento del gas… a costa, eso sí, de engordar el déficit de tarifa que tendrán que pagar los consumidores en el futuro. Es decir, aquí hacemos lo contrario que con el PVPC: no encarecemos hoy el gas a coste de subirlo en el futuro. En Europa, en cambio, el gas se ha encarecido de un modo mucho más notable que en nuestro país: por ejemplo, entre mayo y octubre, el gas no ha experimentado ninguna variación de precio, según las estadísticas españolas; en la eurozona, en cambio, ha subido más de un 36%.
En definitiva, la evolución de la inflación en Europa está en gran medida influida por la evolución de los precios energéticos que pagan los consumidores y estos, a su vez, están influidos por las distintas regulaciones en vigor. Por consiguiente, comparar tasas de inflación entre países puede resultar engañoso, dado que la regulación no es homogénea entre todos los miembros de la eurozona: lo que puede llevar a que a corto plazo la inflación no se presente de manera sincronizada en todos ellos. Algunos dijimos esto mismo cuando en marzo España exhibía tasas de inflación más altas que Europa y volvemos a decirlo ahora que las presenta más bajas: extrañamente, quienes se escudaban en estas razones en marzo para excusar a nuestro país, ahora sacan pecho por unos buenos datos que se explican exactamente por lo mismo que los malos datos de hace medio año.