Javier Pascual-El Correo

Master en Ingeniería Industrial por la Universidad Politécnica de Madrid

  • La electrificación a toda costa, sin reflexionar adecuadamente y sin que los políticos escuchen a las empresas y a los técnicos, es un riesgo que no deberíamos correr

El apagón ha puesto en primera línea del debate más divulgativo el funcionamiento de las redes de distribución eléctrica en España. La clave está en cómo se ajusta la demanda a la capacidad de generación. La energía eléctrica hay que producirla en el momento que se consume. Puede bastar con un símil sencillo.

Cómo se ajusta la demanda de energía a la capacidad de generación

Según esta necesidad de acople, podemos imaginar una goma elástica muy grande, pero que puede romperse. Le conectamos varios coches que se mueven y que están vinculados a ella en uno de sus extremos. Esos son los consumidores que hay en nuestras casas y edificios. En el otro extremo tenemos otros vehículos que se mueven en la misma dirección que los anteriores y que son los generadores que tratan de seguirlos con su propio motor sin romper la goma. La búsqueda de esta sintonía requiere de una gran coordinación entre todos para moverse de forma estable. Tensión, sin fracturas. Este equilibrio es la magia que se produce día a día en las redes de transporte.

Cómo se conectan las centrales

Simplificando, las centrales de generación no se acoplan como el enchufe de casa. Lo conecto o lo desenchufo. Sus reguladores funcionan de una forma sofisticada analizando dos variables de la red, frecuencia y tensión. En el siglo pasado se decidió generar en alterna porque los transformadores permiten cambiar el nivel de tensión en la red. Para una potencia dada, a mayor tensión, menor intensidad. A menos intensidad, menor diámetro de cable, pero mayor distancia entre cables. Cuando transportamos pasamos mucha potencia subiendo mucho la tensión, y logrando intensidades aceptables. Son las torres que conocemos con grandes distancias de aislamiento. Después está la distribución en tensiones medias y la de nuestra casa en baja tensión de 220V por seguridad y distancias de aislamiento. Todo ello con gran automatización y control de REDEIA (red de transporte) en colaboración con las generadoras y distribuidoras.

Evolución de la red de distribución elécrica

Según la demanda estimada (Redeia dispone de sistemas de predicción y simulación sofisticados), todos los dias se subasta el mercado de generación. Y se decide el orden de cómo entran las centrales y cuáles quedan de sobra.

Se establecen prioridades: Nucleares que dan robustez a la red, renovables que son baratas junto a la hidráulica que aprovecha el flujo de los ríos y, en último termino, la fósil, que por otro lado es la mas flexible para casos de apuros.

El gran reto

Por un lado, ha aumentado de forma exponencial la generación renovable. Por otro, se ha acelerado la instalación de generación en tejados. El sistema precisará cada vez de mayor control y automatización. No solo en las redes de transporte, sino en estas redes locales terminales de consumidores. Un gran reto.

Lograr la calidad del suministro es hoy en día un gran reto (frecuencia y tensión estable), ya que los equipos electrónicos introducen armónicos de mayor frecuencia que los 50 ciclos de la red, que producen alteraciones importantes en su control y funcionamiento.

Los inversores de las plantas solares son muy sensibles a lo que se denomina huecos de tensión. Si entrar en tecnicismos, son bajadas de tensión de medio segundo que pueden llegar a más del 80% del valor de a tensión. Ante estas situaciones, inversores antiguos se desconectan por protección cuando detectan estos huecos.

La desconexión

El día del apagón se dejo de hacer magia y se produjo una desconexión automática de las centrales en cascada. Vamos, fue imposible mantener la goma en su límite de elasticidad.

Es algo que era posible, pero no deseable. Estamos todos muy pendientes de los ciberataques, pero quizá esta sea ahora la causa más remota. Nos dice la experiencia que, en un accidente de este tipo, nunca se trata de una sola causa. El análisis debe ser complejo y largo. Con humildad y sin precipitaciones. Si es verdad que hubo una desconexión de Francia, esto solo puede ser el origen o una consecuencia que añadió inestabilidad e incapacidad de mitigación. El día del apagón la red estaba con una generación renovable muy alta (mucho sol y viento). Recordemos que nuestra potencia instalada en renovable era del 56%, la mayor de Europa después de Alemania. Por razones que aún desconocemos, no se tuvo la posibilidad de operar ante el incidente y aislar la zona donde se inició. O el intento fue fallido.

¿Hay que asustarse?

La parte positiva es que ha sido un gran ensayo no deseado. Pero que servirá para extraer enseñanza y tomar acciones. Eso es lo esperable. Hay que dar las gracias a los técnicos que repusieron sin fallos, por zonas y servicios críticos, las diferentes zonas afectadas. Los servicios de telecomunicaciones, aunque saturados, nos dejaron comunicarnos en muchos casos. Los equipos de Protección Civil hicieron su labor. Hemos pasado de redes de corriente alterna a redes híbridas con mucha corriente continua y electrónica. La creciente generación distribuida y producción renovable que tenemos supone un gran impacto para el control y estabilidad de la red. Deberíamos ser capaces de aislar más rápido los fallos para que la magia no se rompa en pedazos. Habrá que analizar si el control actual, los modelos y simulaciones se deben mejorar. La electrificación a toda costa, sin reflexionar adecuadamente, y sin que los políticos escuchen a las empresas y a los técnicos, es un riesgo que no debíamos correr.