Óscar Monsalvo-Vozpópuli

La alternativa ya estaba preparada. La patria es Europa y las madres de Marruecos

Si fuera producto de un plan trazado por un enemigo malvado e implacable tendríamos, al menos, un pequeño consuelo, pero no es así. No hay ningún plan detrás de este fenómeno. Tal vez haya bastado la coincidencia de un periodismo sin espíritu, una clase política sin más ambición que la vida cómoda y una generación demasiado cínica que se hizo adulta en una universidad entregada al relativismo y a la propagación de un pensamiento encerrado en sí mismo.

Solíamos decir que España salía de una dictadura y que todos nuestros males se debían a los cuarenta años del franquismo, pero el caso es que nuestra democracia ha durado ya más tiempo que la dictadura. Somos más hijos del 78 que del 36. Y la característica principal de este régimen ha sido el derribo lento, progresivo y consciente de la idea de España, porque los males no eran muchos sino sólo uno; una. La primera fase de este derribo consistió en la paulatina eliminación de lo común en las llamadas regiones históricas. Lo común era el idioma español. Frente a él se fueron fortaleciendo artificialmente las llamadas lenguas propias, que nunca lo fueron. No hace tanto aún se podía leer Guipúzcoa y aún se podía escuchar Gerona. Hoy no son ni siquiera residuos; son provocaciones fascistas y añoranzas de la dictadura. Ni siquiera en la Televisión Pública Española se puede decir Lérida en español. El castigo a los niños españoles que viven en las regiones antiespañolas es menos reciente, y ya queda poco para su absoluta implantación. Las llamadas lenguas propias han justificado la destrucción de un sistema nacional de enseñanza.

La patria es residuo y reacción por española, no por patria. Hemos tenido casi cincuenta años de desarrollo de las patrias regionales, y ahora entramos en la fase de la patria europea. Todas ellas son buenas. La mala es la nuestra

El desarraigo, decíamos. Desde 1978 se han dedicado enormes esfuerzos a acabar con la patria común de los españoles. España debía sonar a naftalina, a viejo, a óxido, a sangre, a muerte, a basura. No a Cervantes, no a Quevedo, no a misiones, no a Balmes, a Elcano, a Blas de Lezo, a Imperio. Se extirpó todo eso. El terrorismo vasco mediante bombas, balas, secuestros y amenazas. El régimen autonómico mediante transferencias, cesiones y elusiones. De repente, un día, las agencias y los premios se volvieron “estatales”.

La patria es residuo y reacción por española, no por patria. Hemos tenido casi cincuenta años de desarrollo de las patrias regionales, y ahora entramos en la fase de la patria europea. Todas ellas son buenas. La mala es la nuestra. No hay más que asomarse a -maldita la gracia- El País. “Nuestra patria es Europa”, dice Cercas. “PutinTrump y las extremas derechas necesitan una Europa dividida en viejas y débiles naciones”, dice el Editorial. Son viejas, claro. Por eso son fuertes. Por eso es necesario debilitarlas, disolverlas, anularlas. La idea de Europa está para eso. Para justificar una élite antielitista, una casta al servicio del vacío. España, siempre a la vanguardia del progreso por el progreso, lleva años de ventaja. Mentid por Europa, nos decía hace poco uno de nuestros jóvenes académicos más influyentes. Mentid contra España. 

La felicidad no está en el cuidado. Tu cuerpo es más sagrado que la vida. El amor romántico es tóxico, la maternidad es un cúmulo de problemas y la familia, el único infierno existente

Las campañas incesantes dejaron la patria definida como algo malo. Después vino la madre. También le debemos esta narrativa de éxito a El País. No seas madre, no busques problemas. Encuentra tu vida plena en la soledad. Joven pareja, consulta nuestra guía de ocio. La felicidad no está en el cuidado. Tu cuerpo es más sagrado que la vida. El amor romántico es tóxico, la maternidad es un cúmulo de problemas y la familia, el único infierno existente. Editoriales, tribunas, series, películas, anuncios, artículos. No seas madre, no seáis padres, hay alternativa.

La alternativa ya estaba preparada. La patria es Europa y las madres de Marruecos.

Desarraigo. Patria, familia y conocimiento son ideas proscritas. A cambio tenemos cinismo, ocio, entretenimiento. Lo que se pierde con el cambio no es sólo el presente, ni el pasado ni el futuro. Es la historia que los une. Perdemos el sentido, el propósito, la misión. Y con ellos, el único sentido pleno de la felicidad.

Los más jóvenes pueden ver a qué conduce la vida sin sentido, sin profundidad. Ven las consecuencias a largo plazo de decisiones que para ellos aún están por hacerse. Y muchos van intuyendo que la vida es otra cosa

Decíamos que es el principal mal de nuestro tiempo, pero por suerte el nuestro es un tiempo que ya ha pasado. Los referentes de nuestra generación se dedicaron a quemar las raíces y a sembrar el campo con sal. Algunos porque no tuvieron una alternativa mejor, y no querían que otros la tuvieran. Otros porque descubrieron que podían enriquecerse de esa manera. El público que les queda se mueve entre la molicie y la desesperación. Pero los más jóvenes pueden ver a qué conduce la vida sin sentido, sin profundidad. Ven las consecuencias a largo plazo de decisiones que para ellos aún están por hacerse. Y muchos van intuyendo que la vida es otra cosa.

Nosotros leímos que patria, familia y sentido eran siempre y necesariamente aspiraciones totalitarias. Hoy sabemos que el totalitarismo es otra cosa, y que muchas veces viene a llenar el vacío que dejan esas otras aspiraciones más nobles y más fructíferas.