Francisco Igea-El Confidencial

  • Cuando me preguntan por qué sigo en Ciudadanos, esta puede que sea la respuesta más instintiva: soy mayor para el doble carpado con tirabuzón hacia atrás; salto que con tanta habilidad practican otros en este oficio

Por pereza. Puede que solo sea por pereza. Puede que solo sea por no volver a andar lo ya andado, o puede que sea porque ya soy muy mayor.

Cuando me preguntan por qué sigo en Ciudadanos, esta puede que sea la respuesta más instintiva: soy mayor para el doble carpado con tirabuzón hacia atrás; salto que con tanta habilidad practican otros en este oficio. 

También me da pereza pensar en tener que volver a hacer ese esfuerzo que hace uno al entrar en un partido. El esfuerzo de intentar amoldar aquella parte de tus creencias y valores que no coinciden exactamente con los tuyos. La militancia es un esfuerzo de renuncia a muchas cosas, pero sobre todo es un esfuerzo de tolerancia y libertad. Tolerancia para con quienes no piensan exactamente igual que uno. Y libertad para continuar ejerciendo la discrepancia cuando encuentras razones esenciales para ejercerla.

Esta ha sido mi experiencia en este partido. Una experiencia de tolerancia y libertad. No se engañen. No quiero decir que todo haya sido un mar de rosas. Ni mucho menos. Hemos tenido días muy difíciles. Días en los que tocó arriesgar. Días de incomprensión y abandonos. Días duros, muy duros. Días de decepciones inesperadas y días, muchos días, de decepcionar tú mismo a los demás. 

He vivido la política durante estos siete años con más intensidad de la que tenía previsto. Mociones de censura, cambios de Gobierno, primarias inesperadas, pandemias apocalípticas, traiciones, acosos… Todos los elementos esperados y gran parte de los inesperados; más días históricos de los que uno sería capaz de manejar. Sin embargo, aún tenemos una deuda con este país. Aún tenemos una tarea. Por eso sigo aquí.

Porque este país aún necesita quien defienda las reformas esenciales. Porque este país necesita que se reformen las leyes que regulan la transparencia de su Administración. Porque este país necesita una cultura de evaluación de sus políticas públicas que convierta en números la demagogia. Porque este país necesita alguien que crea en los derechos humanos con tanta intensidad que no distinga si son nacionales o migrantes, iraníes o nicaragüenses, ucranianos o sirios, hombres o mujeres, heterosexuales u homosexuales, católicos o musulmanes. Un partido dispuesto a defenderlos siempre, al coste que sea. 

Porque este país necesita un partido que crea en la independencia de los controladores, del poder judicial, del consejo de transparencia, de la CNMV y de la prensa. Un partido que, cuando llegue el día, no quiera colocar ‘a los suyos’. Porque este país necesita un partido que no utilice Europa como excusa, si no que crea en un proyecto de ciudadanía europea común. Un partido que no le eche la culpa a Bruselas de sus errores, sino un partido que trabaje por una Europa más unida y más eficiente. Un partido que sea consciente de que la simple existencia de elecciones cada cuatro años no es suficiente para afirmar que existe una democracia. Un partido que rehúya la catástrofe del populismo de izquierdas en Latinoamérica con tanta intensidad como del autoritarismo populista de derechas que está invadiendo (literalmente) Europa. Un partido que crea que la democracia exige sacrificios y responsabilidades. Un partido que no se queje de las preguntas incómodas, que no quiera comprar la voluntad de los medios con las campañas institucionales, ni silenciarlos cuando son incómodos. Por todo esto, aún somos necesarios. Porque no hay ningún otro partido que lo defienda todo y todo ello con igual intensidad.

Lo sé, lo sé… ¡Cuántos errores! Sí, por supuesto. ¿Cuántos condenados por corrupción?, ¿cuántos enriquecimientos ilícitos?, ¿cuántas cesiones a la desigualdad nacionalista o al populismo? ¡Claro que nos hemos equivocado! Pero ¿quién sacó a Andalucía de 30 años de clientelismo y malas políticas? Es cierto, no lo hicimos en Castilla y León. Nos equivocamos al creer que el Partido Popular podría reformarse en nuestra tierra.

Hicimos apuestas legislativas por la igualdad, por la transparencia, por la mejora de la conciliación. Apoyamos el contrato único desde nuestro inicio y no cambiamos de opinión cuando lo presentó el PSOE. Trabajamos en Europa para afrontar juntos la pandemia y la guerra de Ucrania. Defendimos siempre la libertad. Votamos sí a la eutanasia y propusimos una ley de derechos y garantías para todos al final de sus días. Nos insultaron los unos y también los otros. Nos despreciaron los unos y también los otros. Pero seguimos aquí. Seguimos y seguiremos.

Tenemos muchas heridas que curar. Pero si nos vamos, dejaremos el campo libre. Puede que no gobernemos, pero no nos callaremos

 

Tenemos mucha tarea, muchas heridas que curar. Pero si nos vamos, dejaremos el campo libre. Puede que no gobernemos, pero no nos callaremos. En estos tiempos en que la libertad en Europa está amenazada, con una guerra a las puertas, una guerra que pondrá a prueba nuestra resistencia y nuestras convicciones, no podemos irnos a casa sin más. La política da mucha pereza. Es cierto. Pero si no la haces tú, te la hace Putin. Por todo eso es por lo que algunos seguimos aquí.