ABC 18/06/13
EDURNE URIARTE
El problema de los intelectuales catalanes progresistas es que han llegado a un punto tal de asunción de ideas nacionalistas que han olvidado la existencia de un pueblo español
¿ POR qué los nacionalistas ganan siempre en la imposición de sus postulados? No por el populismo eficaz de la culpa de España o por el control del sistema educativo, cosas que ayudan pero no son determinantes. Sobre todo, ganan siempre por incomparecencia del adversario, en este caso, el líder político o intelectual que cree en la españolidad de Cataluña y del País Vasco, pero tiene tanto miedo a sentirse español que hasta se pone a dar argumentos a los nacionalistas.
No hay más que ver lo que está ocurriendo con conocidos intelectuales catalanes cercanos al socialismo con lo del referéndum independentista, ansiosos por apuntalar los puntos de vista de los nacionalistas. Lo han hecho algunos, por ejemplo, con las palabras del primer ministro británico, David Cameron, la semana pasada, en relación con el referéndum independentista de Escocia y Cataluña. No hay que minusvalorar las cuestiones de la identidad, hay que dar argumentos y, después, hay que dejar que el pueblo decida, dijo Cameron. Y les ha faltado tiempo a algunos progresistas catalanes para entusiasmarse con Cameron, aunque sea conservador. Y para alabar lo que consideran mayor sentido democrático de los británicos pues allí sí se deja decidir al pueblo, no como aquí. Comprando así todos los ingredientes nacionalistas del «derecho a decidir».
Que los intelectuales progresistas ignoren la historia y las leyes británicas da una idea del estado lamentable de este debate. Que ignoren la diferencia fundamental entre una Escocia que fue independiente hasta principios del XVIII y tiene una legitimidad histórica que no tienen ni Cataluña ni País Vasco. Y que ignoren la inexistencia de una Constitución escrita británica y una ley fundamental sobre la unidad de la nación que nosotros sí tenemos. Dos diferencias, la histórica y la legal, que hacen el caso escocés completamente distinto del nuestro.
Si la solución a este debate fuera una sencilla consulta al pueblo, el pueblo español también podría plantear su deseo de volver al Estado centralizado o a cualquier otra fórmula de organización territorial diferente de la que tenemos. Y, siguiendo el consejo de Cameron, daríamos argumentos y, después, que el pueblo decida. Lo que, según la lógica de los progresistas catalanes, sería profundamente democrático. Siempre que aceptaran, claro está, que existe un pueblo español con derecho a decidir, cosa que está por ver, dado su grado de interiorización del discurso nacionalista.
He ahí el problema de los intelectuales catalanes progresistas y de su partido de referencia, el PSC, que han llegado a un punto tal de asunción de ideas nacionalistas, que han olvidado la existencia de un pueblo español. No sólo desprecian la historia y las leyes, también obvian el eje central de todo derecho a decidir, el sujeto de tal derecho. Un sujeto, el español en términos históricos y legales, de una paciencia infinita en este debate, que podría tener la tentación de seguir los consejos de Cameron, tal como quieren los progresistas catalanes, y ponerse a decidir, por ejemplo, un cambio de la estructura territorial del Estado. Es lo que tiene ponerse a decidir, que el pueblo puede decidir en muchas direcciones.