- La peor mayoría del PP siempre será mejor que este sindicato de arribistas sin escrúpulos y enemigos de España
Si la política española discurriera por los cauces clásicos de estabilidad y rendición de cuentas o se sometiera al principio del bien común que el rey tuvo el gusto de desempolvar en su discurso navideño, 2025 sería sin dudarlo un año electoral. La mayoría parlamentaria que sustenta a Sánchez está cada vez más deslavazada, no hubo presupuestos en el 24 y el Gobierno tiene pánico a iniciar los trámites para elaborar los del 25. Apenas se ha cumplido un año desde su investidura y Sánchez está achicharrado por los escándalos y maniatado por la deslealtad de sus socios. Los más listos de su equipo inicial se han largado hacia destinos más tranquilos y mejor remunerados y al presidente ya solo le acompañan quienes no pueden encontrar una alternativa mejor o lumbreras como ese fiscal general del Estado que recuerda al famoso pato patagónico: cada pisada, una cagada. Sus actuaciones contra el novio de Isabel Díaz Ayuso le han colocado al borde del banquillo y han dejado un rastro de detritus que sitúa este escándalo en el corazón mismo de La Moncloa.
Cuando Sánchez reitera que la legislatura llegará hasta 2027 deberíamos prepararnos para lo contrario; es lo que nos han enseñado los años de experiencia con este mentiroso compulsivo. Ninguno de los escándalos que le rodean va a ir a mejor en los próximos meses, ninguno de sus socios le va a conceder un trato más amable y solo las cifras de crecimiento económico le brindan un cierto alivio a su agónica situación política.
Sin embargo, hay algo que Sánchez ha conseguido y la oposición no. Sánchez ha logrado mantener en el alambre sus pactos imposibles mientras que PP y Vox no han conseguido mantener sus acuerdos autonómicos que, aparentemente, resultaban mucho más naturales. Aquellos pactos que permitieron a Sánchez movilizar el voto de la izquierda y le acabaron costando el gobierno a Núñez Feijóo ya no existen mientras que la mayoría Frankenstein ahí sigue respirando. Más aún, la prórroga de los presupuestos en alguna de esas autonomías servirá de coartada al presidente para volver a prorrogar los suyos.
Por si 2025 resultara ser un año electoral, conviene tomar nota de lo ocurrido en este tiempo: la izquierda y los nacionalistas siempre serán capaces de entenderse para frenar a la derecha y continuar su labor de rapiña. Cada día comprobamos cómo sus cálculos electorales no les distraen de lo fundamental, que es mantener el gobierno. Sin embargo, el portazo de Vox a los pactos autonómicos demuestra que los partidos de la derecha no son capaces ni de ponerse de acuerdo para mantener el gobierno allí donde lo han conseguido con tanto esfuerzo.
Quienes no entiendan por qué se han roto unos acuerdos que funcionaban razonablemente bien también deben pensar qué hacen con su voto si 2025 resultara ser un año electoral. Hasta ahora la derecha se ha enfrentado a Sánchez dividida en dos o en tres formaciones y los resultados están a la vista: o ha perdido o ha ganado de manera insuficiente o no ha sabido gestionar su victoria. Acaso sea hora de volver a la fórmula que le funcionó en el pasado. La peor mayoría del PP siempre será mejor que este sindicato de arribistas sin escrúpulos y enemigos de España.