Ahora viene la negociación de las seis propuestas de Ciudadanos. Ya nos barruntábamos aquí la semana pasada que pincharíamos en hueso: el partido, dolido como está con los escaños que el sistema actual le hurta, propugna un sistema electoral proporcional puro. Por si suena la flauta, aún insistimos: señor Rivera, las ventajas del control de los votantes sobre unos representantes directos, por voto mayoritario a doble vuelta, superan en España los inconvenientes de ese sistema. Y la equiparación del voto urbano y del rural impulsaría a Ciudadanos y reduciría a los nacionalistas a su representación real.
Añadido necesario: Varios seguidores de Antonio García Trevijano han instado con gran vehemencia a este cronista a reconocer que la paternidad del sistema electoral mayoritario pertenece al distinguido abogado madrileño. Pero resulta que yo, que perdí bastante interés por la obra del destacado jurista ya en los tiempos remotos en que éste negaba la existencia de persecuciones y matanzas en la Guinea Ecuatorial de su apadrinado Francisco Macías, lamentablemente no conocía para nada sus propuestas electorales, lo que no impide que ahora me felicite por esta coincidencia. Eso sí, recordamos que el sistema mayoritario, el más antiguo de todos, funciona desde el siglo XII…
Pero sí que puede ser de justicia mencionar, como me exigen, a los profesores que –hace ya tanto tiempo– despertaron mi interés por los sistemas electorales, elemento clave para la autenticidad de una democracia: Claude Choquet (Filosofía, Liceo Francés de Nueva York, quien me dio a conocer la obra de Maurice Duverger), Antonio Carro (Derecho Político, Facultad de Derecho, Universidad Complutense) y Donald R. Shanor (Sociedad Norteamericana, Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia).