El concepto que perfila el chico de la Moncloa de cara al congreso de su partido es el alineamiento. Como diría el clásico “alineado, el que tengo aquí colgado”. Lo explicaba mi querido Carlos Herrera. Se trata de que todo ese inmenso aparato de peloteo en el que ha devenido el socialismo se ponga en fila india y vaya, cual danzarines de la yenka, de izquierda a derecha según le convenga a Sánchez. Igual se ha equivocado el transmisor de la consigna, ojo, que muchas luces no tienen y, sumadas todas, no dan ni para encender una sola lucecita de navidad. A lo mejor, lo que han querido decir no es alineación si no alienación, aunque una cosa no excluye la otra ni es óbice, valladar, cortapisa, obstáculo o Juez Peinado. Un partido alineado y alienado, dispuesto a ejercer de lemmings suicidas, ya saben, aquel videojuego en el que manadas de bichitos se arrojaban voluntariamente por el precipicio. De momento porque, conociéndolos mejor que la madre que los parió pues no en vano milité junto y a pesar de ellos, si existe un ser capaz de tirarse de la moto a tiempo ese es el socialista. Singularmente, el cargo intermedio, que nunca aparece en los medios por no ser nadie ni hacer nada pero que si no viviese del carné se iba a comer las mucosidades nasales. Este intuye como pocas veletas la dirección del viento. Nadie como él para saber distanciarse, como hacen los yakuzas, del apestado. Igual que existe un olor a muerte, existe un olor a perdedor. Por descontado, esto no es para mañana, pero que Sánchez, siendo como es, haya convocado precipitadamente un congreso para antes de fin de año justo cuando Lambán y buena parte de la federación socialista aragonesa se hayan plantado ante el concierto catalán suena, como diría el padre de Julio Iglesias, “Raro, raro, raro”. Tampoco es baladí el rumor que circula en los mentideros de que socialistas de siempre – con Felipe a la cabeza y gente de bien como mi admirado Nicolás Redondo – estén dispuestos a plantear batalla para echar al monclovita. En un debate Sánchez – Felipe el chiquillo le dura menos que a Puigdemont un maletero vacío.
El concepto que perfila el chico de la Moncloa de cara al congreso de su partido es el alineamiento
Por eso el Conducator quiere alineación, militancia dispuesta a cumplir las órdenes que sean, aceptación de ruedas de molino como paellas para doscientas personas, cuajo a más no poder y bajeza, mucha bajeza, porque para estar en el campo visual de Sánchez hay que haber caído tan bajo que el último círculo del infierno se convierte en un ático en Manhattan. Es cierto que en los momentos difíciles se conoce a aquellos que poseen un corazón noble. Sucede lo mismo con los abyectos, los cobardes, los vendepatrias, los que venderían a su madre.
Si son socialistas, a alinearse. Todos firmes, a cubrirse, y formar en escuadra. Lo recordó Herrera, “Prietas las filas, recias, marciales, nuestras escuadras van cara al mañana que nos promete Patria, Justicia y Pan”. Al menos, el himno del Frente de Juventudes auguraba cosas que no están mal. Sánchez, en cambio, nos habla de un estado confederal y plurinacional, jueces que le sean afines y pan, poco. Engorda. Mira la Bego que guapina está.